La gran fiesta electoral demócrata culminó de acuerdo a los pronósticos, con la designación de Joe Biden como candidato de la unidad para desalojar al presidente Donald Trump de la Casa Blanca.
La Convención Nacional Demócrata comenzó con una encuesta en la que Trump reducía a cuatro puntos la ventaja con Biden. La CNN, por cierto nada complaciente con el mandatario, reveló el lunes que en junio el resultado de la encuesta era Biden 55% y 41% de Trump. “En el último sondeo realizado, el resultado era 53%-49%”, dijo el informe.
El principal motor de ese cambio es el traslado de voto masculino a Trump. Mientras que en junio ambos candidatos empataban en ese electorado, ahora el presidente abre una brecha de 16 puntos.
La encuesta de la CNN se realizó justo después del anuncio por parte de Biden de que su candidata a la vicepresidencia sería Kamala Harris, que aspira a convertirse en la primera mujer en el cargo.
La encuesta también señalaba que Biden había perdido la ventaja entre los votantes independientes -claves en estas elecciones- y que su tirón en las minorías raciales es menor que en anteriores sondeos.
La encuesta de CNN es una excepción entre los estudios de opinión. Ayer mismo, el de The Washington Post y la cadena ABC señalaba una distancia más en línea con lo que han mostrado las encuestas en los últimos meses: 53% para Biden, 41% para Trump.
Es una diferencia abultada, similar a la de otras encuestas nacionales recientes: la de la NBC y The Wall Street Journal otorga a Biden una brecha de nueve puntos, la de CBS y YouGov, de 10 puntos, la de Fox News, de siete puntos.
Entre quienes dicen que votarían al candidato demócrata, solo aseguran tener un fuerte entusiasmo por él un 48%, frente al 65% de los seguidores de Trump sobre el presidente, según una reciente encuesta de The Washington Post/ABC.
Otra de sus debilidades es que solo el 36% de los que dicen que votarán por Biden lo hacen por él, según el último sondeo de The Wall Street Journal/NBC. El 58% dice que le vota contra Trump.
En el caso del presidente, la gran mayoría le votan por él (74%), no por estar contra Biden. Estos datos, y la evidente capacidad de Trump de controlar el pulso informativo y de estimular a sus bases, son un contrapunto a la ventaja de Biden en las encuestas. Según el acumulado, de RealClearPolitics, la distancia es considerable, de 7,6 puntos, pero se ha reducido frente a los 10 puntos que gozaba a finales de junio. Y en la última semana, dos encuestas, CNN y Rasmussen, la dejan en cuatro puntos.
Kamala acogida en encuestas
La elección de Kamala Harris como candidata a vicepresidenta ha tenido una buena acogida en las encuestas. Con más energía que Biden, con más tirón en redes sociales, será decisiva en una campaña maniatada por el coronavirus. El partido necesita recuperar la coalición de Obama en 2008 y 2012 -logró convocar a moderados y minorías- y la candidata será decisiva en ello.
En 2016, Hillary consiguió un 2% más de votos –casi 3 millones de papeletas– que Trump, pero perdió en estados claves como Florida, Michigan o Wisconsin. Según el de CNN, en los quince estados donde los resultados fueron más ajustados en 2016, hay un empate técnico.
Todo eso estaba en el ambiente y sobrevoló la convención demócrata. The New York Times dijo en un editorial que lo que está en juego en esta elección en Estados Unidos en “es inconmensurable”. “La alternativa nunca había sido un presidente republicano tan profundamente amoral, fundamentalmente corrupto y llanamente incompetente como el que busca gobernar cuatro años más”, añadió.
“Él (Trump) simplemente no puede ser quien necesitamos que sea”, dijo Michelle Obama. “Durante el gobierno de este presidente, lo impensable se ha convertido en lo normal”, sumó Sanders durante su discurso.
Llamado de Hillary
De haber sido otra la historia, Hillary Clinton estaría trabajando en su campaña de un segundo mandato y no dándole el respaldo a Biden y Harris.
Pero llegó a la convención demócrata segura en su respaldo a Kamala, como una suerte de sucesora, una líder para próxima generación con la fuerza como para construir sobre el legado de Hillary, reseñó The New York Times. Cuatro años después de convertirse en la primera mujer en ganar la nominación del partido demócrata, fue una noche agridulce.
Hillary, que mandó en la campaña del 2016 a Biden a la banca, dijo que es el único contendiente capaz de derrotar a Trump.
La batalla electoral, como casi siempre, se encuentra en los llamados estados oscilantes, que son aquellos en los que no es posible predecir el resultado con seguridad. Los dos más importantes por el número de votos electorales de que disponen son Florida y Pensilvania que, aunque juntos solo suman 49 delegados de los 538 del consejo elector, fueron determinantes en la victoria de Trump sobre Hilton. Se da el caso de que Florida y Pensilvania se encuentran entre los territorios más afectados por la infección del Covid-19, que está causando más estragos entre la población afroamericana e hispana, esta última, decisiva en Florida.
Sorprendió el ataque frontal del expresidente Barack Obama contra Trump. “Si, esperé, por el bien de nuestro país, que Donald Trump fuera a mostrar algún interés en tomarse el trabajo en serio, que fuera a sentir el peso del puesto y descubriera cierto respeto por la democracia que se había puesto a su cuidado», denunció Obama. Trump «no ha aprendido a hacer el trabajo porque no puede».
«No dejen que les quiten su poder. No dejen que les quiten su democracia», alertó Obama.
Kamala hizo historia la noche del miércoles al convertirse oficialmente en la primera mujer afroamericana en formar parte de una fórmula presidencial en Estados Unidos.
El partido demócrata dejó claro que el centro de atención de sus mensajes será, ante todo, Trump. Más que ofrecer una alternativa de gobierno o defender políticas concretas, la campaña se centrará en ataques al presidente.
Las encuestas muestran que un alto porcentaje de quienes apoyan a Biden lo hace como forma de oposición a Trump, y la estrategia no parece que busque cambiarlo y defender el programa de gobierno del candidato demócrata.
Pero deben tener claro que la crisis sanitaria actual, sentida en todos los electorados, no desaparecerá de aquí a las elecciones. De resultar Biden ganador, tendrá que gestionarla. No esconderse.
Durante la pandemia, Biden, de 77 años, ha hecho una campaña desde el confinamiento de su mansión en Delaware. No ha perdido energía, ha controlado el mensaje y ha dejado que la pandemia desgaste a Trump.
Resetear a Trump
El profesor Justin W. Holmes, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Northern, en Iowa, analizó para el diario The Washington Post el discurso de aceptación del candidato demócrata.
“Si Biden es elegido, su tarea primordial, y el lema principal de la campaña, es deshacer las políticas de Trump. No ha propuesto ninguna política radical nueva, como con frecuencia hacen los candidatos. Se trata de volver a un mundo anterior a Trump”, comentó.
Llegó la hora de Biden, de salir del formol, como dijo el diario español La Razon. “Soy un candidato demócrata, pero seré un presidente estadounidense. Trabajaré tan duro por aquellos que no me apoyen como por los que lo hagan”. Habló del “trumpismo” como “un episodio de oscuridad en Estados Unidos” cuyo fin “empieza aquí esta noche”.
Biden ha sido un candidato en formol, secuestrado en Delaware por la pandemia, desafiado a demostrar que tiene capacidad para ilusionar al electorado demócrata y atraer a republicanos moderados, y que no es solo el recipiente del voto anti-Trump.
Necesita reconstruir la coalición electoral que formó con Obama en 2008 y 2012, y empezar a ilusionar al votante. Antes tendrá que demostrar que convence fuera del frasco de formol.