Le llegó la hora a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pese a las críticas de la comunidad internacional, porque se produce en medio de 12 millones de contagios y 550,000 fallecidos en todo el mundo, el presidente Donald Trump formalizó la retirada de Estados Unidos de la OMS acusándola de haber gestionado mal la pandemia y de tener “un sesgo prochino”.
La información la dio a conocer este martes el demócrata Bob Meléndez, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, quien recibió la notificación de parte de la Casa Blanca.
Desde el inicio de la pandemia, descubierta en China en noviembre y ocultada por dos meses, Trump ha acusado reiteradamente a la OMS de ser demasiado condescendiente con Pekín y de encubrir la gravedad de la Covid-19. Washington aseguró que el nuevo coronavirus se escapó de un laboratorio chino en Wuhan, la ciudad donde fue detectado por primera vez.
Después de amenazas de parte del régimen comunista chino y de represalias comerciales contra aliados de Estados Unidos, la OMS aceptó iniciar una investigación de la pandemia en la que no se menciona al país asiático ni se pone una fecha para su puesta en marcha.
Pese a las abiertas amenazas, la Unión Europea también se ha enfrentado a China por el tema de la OMS y ha dicho en privado que deben hacerse cambios en la gestión del organismo multilateral.
En opinión de Trump China contribuye mucho menos que Estados Unidos, pero la organización aceptó a ciegas las explicaciones de China y “defendió las acciones del régimen comunista, elogiando incluso su transparencia”.
Cuando Trump cerró las fronteras a los ciudadanos chinos a finales de enero, la OMS lo criticó argumentando que traería pocos beneficios para la salud pública.
Además, desde el inicio de la pandemia, la OMS marginó a Taiwán, poniendo en evidencia que actuaba presionado por Pekín. El gobierno de Taipei sostuvo que en diciembre pasado alertó a la OMS sobre el surgimiento de un nuevo brote viral en Wuhan, pero no se le prestó atención. Pekín bloqueó nuevamente en mayo pasado la incorporación de Taiwán a la OMS, a pesar de contar con uno de los sistemas de salud más eficientes del mundo, como lo ha demostrado en la gestión de la pandemia.
La OMS dispone de un presupuesto anual de $2,500 millones, que se completa con 25% de cuotas de estados miembros y 75% de aportes voluntarios y de entes privados. Washington contribuía con aproximadamente el 22%, unos $450 millones. China con unos $30 millones, seguido de Japón con $20.
Organización China de la Salud
Quien ha hecho naufragar a la OMS es el cuestionado etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, director del organismo. Mientras China encarcelaba a los médicos de Wuhan que advirtieron sobre la Covid-19, Ghebreyesus viajó a Pekín para reunirse el 29 de enero pasado con el jerarca Xi Jinping y aplaudió la gestión del régimen comunista. Sin embargo, el primer equipo de la OMS al que se permitió viajar a Wuhan –con limitaciones- tuvo que esperar la autorización hasta el 13 de febrero.
No obstante, fue la imagen que dio la vuelta al mundo el 19 de febrero de Ghebreyesus inclinándose ante Xi, cual súbdito ante su emperador, la que más puso en entredicho la independencia de la OMS.
“La Organización Mundial de la Salud debería cambiar su nombre de OMS a OCS: ‘Organización China de la Salud’. Ese nombre sería más apropiado”, dijo en ese momento el viceprimer ministro japonés, Aso Taro, al denunciar lo que consideró como el sometimiento del organismo ante la influencia de Pekín. Tokio señaló directamente a Ghebreyesus como un peón chino, pero el negó las acusaciones de ser un títere de Pekín.
Como no puede esconderse que el nuevo coronavirus se originó en Wuhan, tampoco es posible ocultar que Ghebreyesus llegó a la dirección de la OMS en hombros de Pekín, para sustituir a la también china Margaret Chan, que estuvo 10 años en el puesto.
Había candidatos de Francia, Hungría, Italia, Paquistán y Reino Unido, con mejores calificaciones para imponerse sobre Ghebreyesus, un biólogo sin experiencia en gestiones de salud mundial.
Pero Pekín hizo un trabajo subterráneo para cambiar, a través de Chang, las reglas de la elección. Por primera vez se acordó una lista corta en la que quedaron Ghebreyesus y los aspirantes de Londres e Islamabad.
En la primera ronda el etíope obtuvo 94 votos –entre esos 50 de los 54 Estados continente africanos- frente a 54 del británico y el paquistaní quedó eliminado. Finalmente Ghebreyesus obtuvo la mayoría de votos de los 194 Estados miembros de la OMS, en momentos en que en las afueras de la sede del organismo en Ginebra centenares de etíopes protestaban contra su candidatura.
Un boletín de Human Rights Watch lo señaló como parte del núcleo duro del régimen etíope, acusado por grupos de derechos humanos y la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) de sistemáticas violaciones de las libertades fundamentales y de represión política.
Quién es Ghebreyesus
Antes de llegar en enero del 2017 por un periodo de cinco años a la dirección de la OMS, Ghebreyesus formó parte del liderazgo del marxista Frente de Liberación Popular de Tigray, en el poder en Etiopía desde hace tres décadas, y ejerció por cuatro años el cargo de ministro de Relaciones Exteriores.
Había servido antes como ministro de Salud por siete años, periodo en el que fue acusado de encubrir tres brotes de cólera en su país que causaron centenares de muertos. Mostró su filiación ideológica al nombrar como embajador de buena voluntad de la OMS al fallecido dictador marxista de Zimbabwe, Robert Mugabe. Ante la repulsa mundial tuvo que retirar el nombramiento.
La conexión de China con Etiopía, llamada “la pequeña China”, se ha construido a lo largo de 20 años convirtiendo a ese país del este de África en la cabeza de playa de la influencia de Pekín en esa parte del continente.
Actualmente China es el neocolonizador de África y ha tejido una telaraña roja sobre ese continente para retener y devorar los recursos que están en la base de su ascenso como potencia del siglo XXI y convertirse en un poder hegemónico global.
Mientras China explota los recursos naturales de África, aplica medidas racistas y discriminatorias a los 300,000 africanos que viven en ciudades como Guangzhou, capital de la provincia de Cantón.
Al inicio de la pandemia la gente de raza negra fue víctima de redadas, acoso en las redes sociales y muchos fueron expulsados de sus viviendas. Embajadores africanos de Ghana, Kenia, Nigeria, Sierra Leona, Uganda, enviaron cartas de protesta a la cancillería china repudiando los tratos inhumanos hacia sus conciudadanos sin obtener respuesta.