A las diez de la noche del domingo 8 de febrero de 1931, una gigantesca figura apareció en el cielo sobre la ciudad de Panamá llenando de estupor a los pocos viandantes que a esa hora aún quedaban en el parque de la Catedral. El enorme objeto volador, cuya silueta en forma de cigarro era claramente visible en la oscuridad de la noche, lentamente sobrevolaba la ciudad con apenas un ronroneo y brillantes luces verdes y amarillas.
Al día siguiente, la edición de la Estrella de Panamá publicó la noticia de que un zeppelín de la marina americana había sobrevolado la ciudad de Panamá, en dirección hacia las islas fortificadas de la bahía. En efecto, ya con la luz del día desde la ciudad se podía apreciar en la bahía de Panamá el enorme aerostato plateado que flotaba estático anclado a una de las torres de su buque nodriza el U.S.S. Patoka.
El gigantesco zeppelín había sido construido en junio de 1923 en el astillero alemán de Friedrichafen por cuenta de los Estados Unidos de acuerdo con el Tratado de Paz de Versalles. Era la nave aérea más grande y avanzada de ese tiempo. Medía casi 200 metros de largo y 27 de diámetro, con un volumen de 70,000 metros cúbicos de helio. Lo empujaban, a una velocidad máxima de 65 millas por hora, cinco motores de 400 caballos de fuerza de 12 cilindros cada uno enfriados por agua. La zona de pasajeros de su barquilla era comparable a la de un tren, donde los viajeros podían dormir cómodamente, incluso reclinar los asientos; además tenía capacidad suficiente para transportar equipaje y correo.
Pero también el zeppelín contaba con lo último en sistema de comunicación inalámbrica: un equipo Telefunken de 200 Watts controlado por cristal que operaba en 3475 y 8012 kHz con un alcance de más de 500 millas. Desde el zeppelín las transmisiones por radio a larga distancia eran excelentes. Principalmente por la ventaja de que, además de sus antenas regulares, utilizaba también como antena un extenso alambre el cual se colgaba por afuera del dirigible.
El inmenso zeppelín había nacido con el escueto nombre de Z-3. Era el tercero de tres zeppelines ordenados por Estados Unidos a Alemania como satisfacción de los gastos incurridos en la Primera Guerra Mundial. El Z-3 no llevaba armamento, pues para entonces las restricciones internacionales impuestas sobre Alemania por los países aliados impedían a ésta la fabricación de armas. Alemania para entonces solo construía enormes aerostatos útiles solo para transporte de pasajeros y carga.
En octubre de 1924 el Z-3 cruzó con éxito el Atlántico, desde Alemania hasta la base naval de Lakehurst en New Jersey, al mando del comandante alemán Hugo Eckener. Una gran multitud recibió a su arribo al gigante zeppelín. “Se organizó una parada con el dirigible en Broadway, Nueva York, donde el capitán Eckner y la tripulación fueron acogidos como héroes y posteriormente recibidos en la Casa Blanca por el presidente Calvin Coolidge” El Z-3 fue entregado formalmente a la marina de los Estados Unidos quién lo rebautizó con el nombre de Los Ángeles y lo incluyó como una de las aeronaves para los ejercicios tácticos de la marina.
En 1931 la marina de Estados Unidos realizó uno de sus ejercicios en Panamá dirigido a practicar la defensa del Canal. En consecuencia, el zeppelín Los Ángeles voló a Panamá como parte integrante de la flota, acompañado de su buque nodriza el U.S.S. Patoka. Parte de la maniobra se realizó sobre la bahía de Panamá y la marina americana aprovechó la ocasión para agasajar a renombradas autoridades de la República con un excitante paseo en zeppelín sobre la ciudad. Fueron invitados el expresidente provisional de la República, Dr. Harmodio Arias M. y los Secretarios de Gobierno y Justicia y Relaciones exteriores, don Francisco Arias Paredes y el Dr. J. J. Vallarino. El singular paseo duró doce horas, durante las cuales los viajeros pudieron disfrutar del grandioso panorama que ofrecía desde el aire la hermosa tierra panameña. En el curso del vuelo los viajeros saludaron a sus familiares por medio de la radio del zeppelín. Transmitieron sus saludos al Presidente de la República don Ricardo J. Alfaro, el cual por alguna razón se había excusado de asistir al paseo, “lamentando que su Excelencia no se encuentre aquí con nosotros admirando el grandioso panorama que ofrece esta bella tierra panameña” .
Esta fue la primera y última vez que un zeppelín voló sobre Panamá. Pues, al año siguiente, con el decaimiento de las grandes naves aerostáticas, el zeppelín Los Ángeles fue retirado del servicio y desmantelado pocos años después.