El debate se encuentra abierto y las posiciones distanciadas en cuanto al uso del cannabis para fines medicinales y terapéuticos. Y es que en Panamá aumenta el número de pacientes, empresarios y científicos que están impulsando el uso de cannabis medicinal para tratar enfermedades difíciles.
Uno de esos grupos es la Asociación Cannábica de Panamá (ACAPAN), que recoge la experiencia de pacientes quienes, a través del cannabis medicinal, han encontrado alivio a sus padecimientos. Eso les da base para explicar por qué es momento de llevar el tema al tapete y desprendernos de tantos miedos y estigmas.
Luris Higuera, presidenta de ACAPAN, contó que el año pasado empezó a luchar para que el cannabis se pueda usar en Panamá de forma medicinal y terapéutica. Un camino que pudo iniciar solo cuando encontró alivio a su enfermedad con la mente despejada. Alivio que no le daba ni tramal ni otros opioides.
Legalizar su uso
El objetivo primordial que se busca con la legalización del uso medicinal y terapéutico del cannabis es simple, ya que todo parece indicar que los tratamientos tradicionales se enfocan en la mayoría de los casos a dar alivio a los pacientes.
Higuera comentó que casi nunca se le explica al paciente los efectos secundarios, ya que ni siquiera el Tylenol (acetaminofén) debe consumirse frecuentemente, pues causa problemas en el hígado y está clasificada como sustancia cancerígena en Estados Unidos.
Explicó que los pacientes con dolor crónico y otras enfermedades deben tener una alternativa que no dañe su sistema, porque el remedio puede ser peor que la enfermedad.
“Los efectos secundarios para pacientes que utilizan cannabis son realmente muy pocos, por eso es que se debe contar con médicos capacitados para que el paciente pueda llegar a su dosis adecuada. Además, el cannabis medicinal debe ser de costo accesible y formar parte de la política de medicamentos en Panamá”, añadió Higuera.
Sin efectos dañinos
La ACAPAN, está consciente del riesgo que pueda darse a raíz de los efectos secundarios del cannabis en el uso medicinal, si no está siendo controlado por el médico.
“Solo un médico, con conocimiento de cannabis, podrá prescribir el porcentaje de THC (componente psicoactivo del cannabis), de tal manera que la posible adicción pueda ser controlada. Esto no llega a ser tan terrible como la dependencia de los opioides que no se ha podido controlar a nivel mundial”, subrayan los miembros de esa asociación.
Actualmente hay personas que utilizan el cannabis para uso medicinal y terapéutico y no hay manera de cuantificar los riesgos a los que se exponen.
Están muy pendientes de la discusión del proyecto de ley 153 sobre el uso de cannabis medicinal en Panamá. “Mientras se tenga la licencia reglamentaria, tal como se indicará en la ley, el cultivo para producción local, está muy bien”, argumenta la ACAPAN, por eso han cuestionado que en el proyecto de ley que se discute en la Asamblea Nacional, no se permita el cultivo de plantas de cannabis con 0.3% de THC, una regulación que no existe en ningún país donde el uso de cannabis es legal.
Según la ACAPAN, permitir el cultivo de la planta, abre camino a la industria local para que los precios sean competitivos y tengamos un producto medicinal con la más alta calidad, a un precio justo y accesible a todos los pacientes. La ACAPAN no está a favor del autocultivo, ni producción personal.
El proyecto de ley, presentado por los diputados Crispiano Adames y Marcos Castillero, ambos del Partido Revolucionario Democrático se encuentra en segundo debate en la Asamblea Nacional. La nueva ley establece que solo podrán cultivar, importar, comercializar, fabricar e investigar el cannabis con fines medicinales aquellas empresas que puedan pagar $10 mil por las licencias, además estas empresas deben cumplir otros requisitos impuestos por el Ministerio de Salud, el ministerio de Seguridad y el ministerio de Desarrollo Agropecuario.
Según la propuesta de ley, el uso del cannabis será para pacientes con esclerosis múltiple, artritis, glaucoma, epilepsia, migraña, convulsiones y dolores, entre otros.
Riesgos del cannabis
Existe un segmento de los profesionales de la salud que miran con recelo la posible legalización del cannabis.
Destino Panamá, tuvo acceso a un documento del Centro de Información de Medicamentos y Tóxicos de la Facultad de Farmacias de la Universidad de Panamá advierte que “legalizar la siembra y producción de esta sustancia conlleva el riesgo de potenciales desvíos en su uso, con el consiguiente riesgo a la salud”.
El informe sostiene que siendo cannabis la droga ilegal y causante de trastornos mentales, incluyendo la adicción y la psicosis, no debe alentarse las percepciones sobre su inocuidad.
Detalla aspectos relevantes del cannabis sativa o cannabis, en los que se estima que hay 104 cannabinoides naturales diferentes, pero los dos que más se han estudiado son el THC y el CBD.
El THC produce los efectos psicoactivos, como la euforia, la relajación y la agudización de experiencias sensoriales, que buscan los consumidores de cannabis con fines recreativos. ?El CBD tiene pocos efectos psicoactivos. Puede moderar los efectos psicoactivos del THC y tiene efectos antioxidantes, antiinflamatorios y neuroprotectores.
Son sustancias con propiedades psicoactivas, a saber, el THC y sus isómeros y sus variantes estereoquímicas y están incluidos en la lista uno del Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas del 1971 porque tienen la capacidad de producir un estado de dependencia y constituyen un problema público y social.
El documento del Centro de Información de Medicamentos y Tóxicos de la Universidad de Panamá, también detalla los efectos adversos a corto plazo de los cannabinoides en uso medicinal
Investigaciones avanzadas
Algunos cannabinoides aprobados para usos farmacéuticos son el dronabinol, la nabilona, el nabiximol y el CBD. Se están llevando a cabo investigaciones sobre los posibles usos de otros cannabinoides. El canabidiol (CBD) fue aprobado en el 2018 en la Comunidad Europea para combatir el síndrome Lennox Gastaut (epilepsia severa) en pacientes pediátricos de edades entre dos y cinco años.
En las últimas décadas varios gobiernos han aprobado legislaciones que permiten a los pacientes que padecen afecciones como cáncer terminal, epilepsia y enfermedades neurológicas, consumir cannabinoides y cannabis para tratar los síntomas de sus enfermedades.
Hay programas de cannabis medicinal que han tenido un efecto adverso en la salud pública, ya que no se regularon de manera efectiva en consonancia con los tratados de fiscalización internacional de drogas. Eso ha dado lugar a la desviación de cannabis para su uso con fines no médicos.
En diversas regiones del mundo se emplea una gran variedad de preparados que contienen cannabinoides a fin de ofrecer diferentes formas farmacéuticas y concentraciones de ingredientes activos y psicoactivos con diversas vías de administración.
Se usan con la convicción de que aliviarán una amplia variedad de síntomas, a menudo sin pruebas fidedignas de que sean seguros o eficaces.
En muchos casos no está claro qué cannabinoides contienen esos productos (principios activos y posología), cuál es la mejor vía de administración ni cuáles pueden ser sus efectos secundarios adversos.
Cuando se emplean de esa manera, los pacientes pueden confundir los efectos eufóricos agudos de los cannabinoides con la eficacia medicinal a largo plazo.
Cannabis es una sustancia sujeta a control internacional, cuyo uso no tiene suficiente evidencia científica ni aprobación formal por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El consumo diario de cannabis a largo plazo con fines recreacionales se ha relacionado con pérdida de memoria y de atención, así como de capacidad para la adopción de decisiones y planificación en adolescentes y adultos jóvenes.
Esos efectos pueden ser motivo de preocupación en pacientes con trastornos neurológicos, en quienes el consumo habitual de cannabinoides podría empeorar las disfunciones cognitivas causadas por esos trastornos
Los efectos adversos crónicos por el uso recreacional pueden desencadenar en eventos vasculares, arritmias y muerte súbita. Aún peor. Los efectos adversos neurológicos pueden derivar en trombosis y strocke.
Hay otros efectos adversos mayores tales como dificultad respiratoria, hipertensión, taquicardia, dolor en el pecho, debilidad muscular, falla renal aguda, ansiedad, agitación, psicosis, ideas suicidas y desajustes cognitivo.
Legislaciones en América
Uruguay se convirtió en el primer país de América Latina en legalizar la marihuana para fines recreativos. Después lo hizo Canadá, convirtiéndose en el primero de las potencias capitalistas en legalizarla.
Le siguieron Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Puerto Rico, que dieron luz verde al consumo para uso medicinal.
Entre tanto, 11 estados de Estados Unidos y Washington Distrito de Columbia ahora permiten el uso recreativo de la marihuana. La cannabis medicinal es legal de alguna forma en 30 estados, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales. Cualquier persona mayor de 21 años puede comprar cannabis medicinal en Alaska, Colorado, Oregón y Washington, entre otros estados.
Pero en países como Bolivia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Venezuela, el consumo de marihuana es ilegal para cualquier caso.
Por otro lado, en Brasil, la ley de antidrogas castiga la posesión y consumo de cualquier tipo de narcótico. Desde el 2015 la Corte Suprema de Brasil discute la despenalización del porte y consumo personal de sustancias ilícitas, pero hasta el momento no han llegado a una conclusión.
Aunque en Brasil la marihuana medicinal no es legal, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria incluyó en el 2017 el cannabis dentro de la lista oficial de medicamentos.