Hace 10 años, en 2008, Panamá se convirtió en el primer país de América Latina y del Caribe en ofrecer, de forma gratuita para adolescentes, la vacuna contra el papiloma humano (VPH), que incluye un grupo de más de 100 virus y según cifras del Ministerio de Salud, hasta 2017 se habían aplicado 740 mil 113 dosis de la vacuna bivalente y tetravalente.
En Estados Unido, no obstante, un nuevo estudio realizado con datos recogidos en encuestas encontró que solo un pequeño número de padres no inmuniza a sus hijos contra el virus del papiloma humano (VPH), que se transmite sexualmente, debido a la preocupación de que la vacuna fomente o apoye la actividad sexual de los jóvenes.
Esta es la razón que los médicos a menudo arguyen como barrera para promover el uso de esta vacuna. No obstante, los resultados han demostrado que las preocupaciones de los padres tienden a enfocarse más bien en las reacciones adversas, la ausencia de necesidad, el conocimiento sobre el VPH y la falta de una recomendación médica.
Estas observaciones, publicadas en Journal of Adolescent Health (revista sobre la salud del adolescente), podrían ayudar a los funcionarios de salud pública y las sociedades profesionales a formular nuevas intervenciones que incrementen las tasas de inmunización contra el VPH.
La vacuna contra el VPH ya ha mostrado promesa para ayudar a contener las tasas crecientes desde hace mucho, de varios tipos de cáncer transmitidos por el virus, incluyendo aproximadamente 31.500 casos anuales en Estados Unidos de cánceres de cuello uterino, de vagina, de vulva, de ano y cánceres orofaríngeos.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos aprobó la vacuna, a partir de los nueve años de edad, en 2006 para las niñas y en 2009 para los varones. En todo el mundo, las investigaciones indican que la vacuna es prácticamente 100% eficaz, y bastante inocua, por lo cual la FDA llegó a la conclusión de que la gran mayoría de efectos secundarios son menores y que los beneficios continúan sobrepasando a las reacciones adversas.
A pesar de la recomendación de incluir la vacuna como parte del esquema de vacunación infantil de rutina, en Estados Unidos el uso actual de la vacuna sigue siendo relativamente bajo. En 2016, último año del que existen datos disponibles sobre las tasas de vacunación, solo el 50% de las niñas que calificaban y el 38% de los varones que calificaban habían completado la serie de vacunas.
“Queríamos entender mejor por qué los padres optan por no vacunar a sus hijos contra el VPH, dado que tal información es crucial para diseñar mejores campañas de salud pública y mensajes para los proveedores de atención médica a fin de incrementar las tasas de vacunación,” señala la autora del estudio, Anne Rositch, oncóloga y profesora adjunta del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins.
Estudio y encuesta
Para el estudio, las investigadoras extrajeron datos de la Encuesta Nacional de Vacunación de Adolescentes para el período 2010-2016, una serie de encuestas de control anual de vacunación realizadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos.
Durante esos años, la encuesta incluía preguntas sobre si los padres planeaban vacunar a sus hijos contra el VPH y, si no, por qué optaban por no hacerlo. Esta era una pregunta abierta, lo cual permitía a los padres enumerar sus razones en lugar de seleccionar entre las opciones de una lista.
Rositch y sus colegas, entre ellas Anna Beavis y Kimberly Levinson, profesoras adjuntas del departamento de Ginecología y Obstetricia, dividieron las respuestas en categorías de acuerdo a la «razón», separando los datos según el año y el género de los niños.
Descubrieron que, en el caso de las niñas, las razones principales que daban los padres para no vacunarlas se mantuvieron relativamente estables entre 2010 y 2016. Estas incluían preocupaciones sobre la inocuidad de la vacuna (23% frente a 22%) y la ausencia de necesidad (21% frente a 20%), el conocimiento (14% frente a 13%) y la recomendación médica (9% frente a 10%). El número de quienes mencionaban la ausencia de actividad sexual de sus hijas se redujo casi por la mitad en el transcurso de esos años (19% frente a 10%).
En el caso de los varones, las razones principales mencionadas por los padres para no vacunarlos en 2010 disminuyeron con el tiempo. Estas incluían la ausencia de necesidad (24% frente a 22%), la recomendación médica (22% frente a 17%) y el conocimiento (16% frente a 14%), la ausencia de actividad sexual del niño (16% frente a 9%) y el género (13% frente a 2%). Sin embargo, las preocupaciones sobre la inocuidad de la vacuna se incrementaron de 5% en 2010 a 14% en 2016.
Según indica Beavis, sus hallazgos demuestran que a los padres les preocupa menos la relación de las vacunas del VPH con el género y la actividad sexual, y que las campañas de salud pública deberían concentrarse en las persistentes preocupaciones acerca de la inocuidad y la necesidad de que tanto niñas como varones deban recibir la vacuna.
Propone que los médicos que normalmente administran la vacuna contra el VPH, incluyendo médicos de familia, gineco obstetras y pediatras, deberían enfocarse en el hecho de que la vacuna contra el VPH tiene un enorme potencial para prevenir muchos tipos de cáncer y un sólido perfil de seguridad basado en más de una década de administración de la vacuna.
“Creemos que todos los médicos necesitan convertirse en defensores de esta vacuna que tiene la posibilidad de prevenir decenas de miles de casos de cáncer cada año,” afirma Beavis. “Formular una recomendación de peso es un medio poderoso para mejorar las tasas de vacunación.”
De acuerdo con la American Social Health Association (Asociación de Salud Social Estadounidense), hasta un 80% de estadounidenses sexualmente activos se infectarán con el VPH en algún momento de su vida.
La vacuna contra el VPH puede brindar protección contra nueve cepas del VPH que causan cáncer. El programa de dosificación recomendado para esta vacuna ahora incluye una serie de dos inyecciones si la primera se administra antes de los 15 años, o una serie de tres inyecciones si la primera se administra después de los 15 años.