El mes de noviembre trae una sensación especial para todos los panameños que nacimos en esta hermosa tierra. Son 30 días que marcan el calendario de nuestra nacionalidad que evocan fechas históricas, que nos ubican en el mapa mundial, no solamente por una franja de tierra que delimita un territorio, sino por la lucha histórica que fue escrita con la sangre de muchos compatriotas que dieron como resultado el respeto nacional e internacional.
Hablar del significado conceptual de la palabra Panamá, de presentar los relatos históricos tales como nuestra independencia de Panamá de España, nuestra Separación de Colombia, la Construcción del Canal de Panamá, los Tratados Torrijos Carter, por mencionar hechos memorables que no los abordaré, pues hay historiadores ilustres que han dedicado su vida a investigar y estudiar sobre el tema atesorando nuestra historia minuciosamente, y con la mayor sinceridad son ellos las voces idóneas para hablarnos sobre el tema.
Estas fechas nos llevan a vanagloriarnos con nuestra soberanía, nuestra libertad, nuestra independencia, y de lo mucho que hemos crecido como Estado, pero los temas cotidianos internos de una nación siguen en el depósito oscuro, frio, y enmohoso en que lo han dejado quienes dirigieron el país por años. Olvidando la educación, el trabajo, las oportunidades, la distribución de la riqueza, la justicia, el futuro, la salud, el bienestar social, la alimentación, todo eso que un padre debe procurar para sus hijos y su familia, es en lo que debe centrarse en alcanzar un Presidente y el gobierno para su pueblo.
Aunque los hitos de nuestra historia se hayan dada en diversos meses del año y evidentemente en fechas distintas claro está, se ha concentrado en el mes número 11 del año para enaltecerlos.
El nombre de nuestro país Panamá, cuyo significado nativo es abundancia de peces y mariposas, nos obliga a pensar ¿qué estamos haciendo cómo individuos, como miembros de esta sociedad para hacer grande a esta nación y a este territorio?
La respuesta a esta pregunta, la puede resolver cada panameño o panameña, cada residente a lo largo y ancho del país, cada estudiante, cada campesino, cada trabajador u obrero, cada ama de casa, cada persona que para esta fecha vea ondear la bandera panameña en el cerro Ancón con su brillo inmaculado y vivo, con colores fuertes recordando la lucha de los liberales y conservadores sobre el blanco de paz que nos perpetua dónde venimos y hacía donde vamos, y que esta pregunta recurrente de generación en generación, se hagan los ciudadanos de esta Patria que aún no han nacido.
Tenemos un deber importante, impostergable pero compartido. Es enrumbar a Panamá por el camino del Desarrollo, de la evolución, del respeto a la ley y el derecho en todos los sentidos.
Un gobierno que respete la ley y el Estado de Derecho, tiene la moralidad y la solvencia ganada por su actuar en el manejo de sus actos de exigir el cumplimiento de las actuaciones requeridas por los asociados, y estos últimos a reconocer que es el deber de todos y que con ese acuerdo de voluntades empujemos juntos el desarrollo de nuestro país.
Los roles dentro del esquema de una sociedad están definidos, y cada quien debe ejecutar sus actos con esas delimitaciones.
Son muchos los temas que están sobre la mesa, y como componentes de esta sociedad debemos velar porque se cumplan en su totalidad como lo son la Reforma Constitucional, la Economía, y la Caja de Seguro Social.
El mes de noviembre es más que una época para disfrutar de desfiles, de la venta de banderitas, de paseos a la playa y al exterior. Es y debe ser la fecha que nos recuerde ¿qué hemos hechos en los 11 meses anteriores para honrar a Panamá?
El autor es exvicepresidente del Colegio Nacional de Abogados, Vocero Presidencial 2004-2009, Directivo de la Academia Panameña de Derecho Administrativo.