Las funciones de la Asamblea de Diputados son claras y así lo expresa la Constitución: expedir leyes; ejecutar actos de control sobre la administración pública y el gobierno; propiciar los debates, de cara al cumplimiento de los fines públicos; ejercer funciones judiciales cuando corresponda. Por ningún lado dice que los diputados deben regañar a los funcionarios. Y es lamentable que diputados se atribuyan esa mala práctica que, so pretexto ejercer su control sobre la administración pública, lo que hay en el fondo es un montaje perverso para «taquillar». No ha sido uno, sino varios funcionarios, rectores o embajadores designados que han sido humillados por estos diputados. La actuación de algunos diputados es perversa y en nada contribuyen a la democracia. Sí, es su deber fiscalizar y escudriñar el currículum de cada funcionario que vayan a ratificar, pero eso no les da derecho a insultar o ridiculizar. Hay muchas leyes necesarias para el país, pero muchos de los actuales diputados se han olvidado de legislar por taquillar. Su misión es que los vean como los «tipos rudos», pero en el fondo lo que hacen es sembrar más pesimismo en la sociedad. Deben cambiar esta mala conducta, porque ese tipo de acciones traerá sus reacciones. ¡Así de simple!
Editorial escrito por el periodista Gerardo Berroa Loo