La historia económica de América Latina parece repetirse, esta vez con consecuencias potencialmente devastadoras para Panamá. La década de 1980, conocida como la «década perdida», sumió a la región en una profunda crisis económica y social. Hoy, cuatro décadas después, nos enfrentamos a un escenario alarmantemente similar.
Según la CEPAL, Latinoamérica acaba de completar la peor etapa de crecimiento desde los años 80, con una tasa promedio del 0,9% entre 2015 y 2024. Esta cifra, menos de la mitad del crecimiento experimentado durante la infame «década perdida», augura un futuro incierto para la región y para Panamá en particular.
Aunque Panamá se proyecta con un crecimiento del 2,7% para este año, superando el promedio regional, no está exento de los riesgos que acechan a Latinoamérica. La desaceleración económica de socios comerciales clave como Estados Unidos y China, junto con la volatilidad de los precios de las materias primas, podría impactar severamente nuestra economía dependiente del comercio y los servicios.
El estancamiento del PIB per cápita y la caída en la tasa de crecimiento del empleo son señales de alerta que no podemos ignorar. Panamá debe actuar proactivamente para evitar caer en la trampa del bajo crecimiento que amenaza a la región.
Es imperativo que nuestro país fortalezca sus políticas de desarrollo productivo, diversifique su economía y se adapte al cambio climático para proteger sectores cruciales como el Canal. Solo así podremos navegar estas aguas turbulentas y evitar que esta nueva «década perdida» se convierta en nuestro propio naufragio económico.