El repliegue del general Torrijos

Si bien no hay evidencias para comprobarlo, quienes sucedieron al general Torrijos pudieron haber tenido algo que ver con su desaparición física

Con motivo de la publicación de mi más reciente libro ¿Quién mató al general Torrijos?, presentado el 31 de julio, se ha iniciado una discusión, a mi juicio estéril e innecesaria, sobre la decisión del general Torrijos de hacer pasar a retiro, días antes de su muerte en Cerro Marta, a todo el Estado Mayor.

Serían jubilados los coroneles Florencio Flores, Rubén Darío Paredes, Armando Contreras, Manuel Antonio Noriega y Roberto Díaz Herrera. Ese deseo de Torrijos, de poner a todos esos militares en “una jaula”, como me comentó Ernesto Pérez Balladares, sería ejecutado el lunes 3 de agosto de 1981, tres días después del fatal suceso que quitó su vida junto a otras seis personas llegando a Coclesito. Cuando pregunté eso al general Paredes –tal como aparece en mi libro- éste dijo “que había escuchado ese rumor”. Con su perdón, no era rumor, ya que muchos militares como Eduardo Herrera Hassán, Milton Castillo, Fernando Quezada, Arístides Valdonedo y los expresidentes Demetrio Basilio Lakas, Arístides Royo, Ricardo de la Espriella y Pérez Balladares y dirigentes políticos como Eligio Salas, Juan Navas Pájaro, Raúl Montenegro y Adolfo Ahumada, sabían cuál era el compromiso del general Torrijos tras la firma de los tratados sobre el Canal en 1977: replegar a los militares a los cuarteles.

Luego de revisar todos los testimonios que ayudaron a hacer realidad dicho libro, no se me quita de la cabeza que, si bien no hay evidencias para comprobarlo, quienes sucedieron al general Torrijos pudieron haber tenido algo que ver con su desaparición física. Por acción u omisión. Por eso quitaron del camino 6 meses después a quien lo reemplazó, el coronel Flores, el único comprometido con su voluntad de que los militares regresaran a los cuarteles y que los civiles se encargaran del gobierno.

Debo suponer que en la mente de ellos estaba aquello de que ¿Por qué el general Vallarino había estado como comandante 17 años seguidos, Torrijos 13 y, a ellos, que seguían en la línea de sucesión, los iban a cruzar mandándolos para su casa? Después de la defenestración de Flores, los que seguían en la línea sucesora –Paredes, Contreras, Noriega y Díaz Herrera- firmaron un acuerdo, algunos dicen que notariado, donde se comprometieron a que cada uno de ellos sería comandante por un año.

El primer beneficiado, Rubén Darío Paredes no cumplió con permitir que a Contreras le tocará su año y lo jubiló de forma brusca, aduciendo que éste hablaba mal de él. Paredes se quedó un año y poco más de 5 meses, tocándole el turno a Noriega, en el cargo por más de 6 años, también quitando del camino al coronel Díaz Herrera, el último de los beneficiarios de ese particular pacto de sucesión.

A todo esto, concluyo cuando, leyendo el libro de Marcel Salamín, “Camino a Cerro Marta, El Asesinato de Omar”, éste señala lo ocurrido al día siguiente de conocerse el siniestro. A Salamín, la llamada que recibe de Coclesito, confirmándole que no había sobrevivientes, comunica la trágica noticia a los militares y civiles presentes en la casa del general en Altos del Golf. La primera reacción de Salamín fue acercarse a un coronel presente diciéndole: “Es necesario que este suceso se investigue hasta las últimas consecuencias”, contestándole bruscamente el militar: “Esto no se va a investigar. Fue un accidente. Es una orden.” Esa tajante declaración aumentó la idea de Salamín de que, por los diversos enemigos que tenía Torrijos, lo ocurrido no había sido un accidente, sino producto de una conspiración. Igual ocurrió en el magnicidio del presidente Remón el 2 de enero de 1955, donde hasta sus familiares impidieron que el crimen se investigara.

Lo único que persigo con este libro, que no es una biografía del general, es desempolvar lo que ha estado en el inconsciente ciudadano, ¿fue un accidente o fue producto de mano criminal?

Como me señaló Pérez Balladares, si no puedes encontrar al responsable de un hecho, mira a ver quién se benefició de él. Torrijos vivía temiendo por su vida. Entre sus enemigos estaban Reagan, Fidel, Daniel Ortega y Escobar Gaviria. De repente alguno, aprovechando la codicia que demostraban algunos sucesores de Torrijos por el poder, conspiraron junto a ellos y se deshicieron del controversial militar.

¿Posible? Opino que sí.

Estaré en la Feria Internacional del Libro en Atlapa a iniciar el martes 13 de agosto. Puedes adquirir el libro escribiendo al 6490-5439.

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