Dimisión de la primera ministra de Bangladesh y toma de control por el ejército

Con la dimisión de Hasina, el ejército ha anunciado que asume el control del país

La crisis política en Bangladesh ha alcanzado un punto crítico con la dimisión de la Primera Ministra Sheikh Hasina y la intervención del ejército para supervisar la formación de un gobierno interino. Este giro dramático en los acontecimientos llega tras semanas de protestas que comenzaron pacíficamente y luego se transformaron en enfrentamientos mortales con las fuerzas de seguridad.

Hasina, de 76 años, quien había gobernado Bangladesh desde 2009, se vio obligada a abandonar el poder el lunes 5 de agosto de 2024. El jefe del ejército, general Waker-uz-Zaman, anunció la dimisión de Hasina en una declaración a la nación, afirmando que había consultado a los partidos políticos del país y a la sociedad civil antes de hacer su anuncio.

La salida de Hasina fue recibida con júbilo por miles de personas que se volcaron a las calles de Dacca. Towfiqur Rahman, un estudiante que se preparaba para un examen de ingreso a un puesto en el gobierno, expresó: «Es la victoria de los estudiantes, la victoria del pueblo. Después de mucho tiempo, estamos contentos de haber salido de un régimen dictatorial».

El paradero exacto de Hasina no está claro, aunque funcionarios diplomáticos sugieren que posiblemente se dirigía a Londres, haciendo escala en la India. La ex primera ministra tiene familiares tanto en Gran Bretaña, donde viven su hermana y su familia, como en Estados Unidos, donde reside su hijo.

Raíces de la crisis: protestas estudiantiles y represión gubernamental

La crisis actual tiene sus raíces en las protestas que comenzaron en julio de 2024, lideradas por el movimiento estudiantil «Estudiantes contra la Discriminación». Inicialmente, las protestas se centraron en la elevada tasa de paro juvenil y en la oposición a un sistema de cuotas que reservaba el 60% de los empleos públicos para familias de combatientes de la guerra de independencia, mujeres y minorías.

Aunque el 21 de julio el Tribunal Supremo atendió la principal demanda de los manifestantes y anuló este sistema de cuotas, las protestas continuaron. Los estudiantes exigían una disculpa pública de la primera ministra por la violencia ejercida contra los manifestantes, el restablecimiento de las conexiones a internet, la reapertura de los campus universitarios y la liberación de los detenidos en las protestas.

La escalada de tensión alcanzó su punto álgido el domingo 4 de agosto, cuando al menos un centenar de personas murieron en enfrentamientos con partidarios del gobierno y la policía. Asif Mahmud, coordinador de la protesta, convocó a una marcha masiva hacia Dacca para el lunes, desafiando el toque de queda impuesto por las autoridades.

La respuesta del gobierno a las protestas ha sido duramente criticada por organismos internacionales. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, pidió al gobierno que dejase de «atacar a quienes participan pacíficamente en el movimiento de protesta» y que liberase a los detenidos «arbitrariamente». Amnistía Internacional confirmó mediante un análisis de fotografías y vídeos que la policía «utilizó ilegalmente armas letales contra los manifestantes».

La violencia no se limitó a la capital. Se reportaron muertes en varios distritos del país, incluyendo Feni, Kishoreganj, Sirajganj, Bogura, Pabna y Magura. En algunos casos, como en Munshiganj, las víctimas recibieron heridas de bala.

Un futuro incierto: intervención militar y desafíos para la democracia

Con la dimisión de Hasina, el ejército ha anunciado que asume el control del país. El general Waker-Uz-Zaman ha prometido reunirse con el presidente del país, Muhammad Shahabuddin Chuppu, para formar un Gobierno interino. «Resolveremos la crisis antes de esta noche», declaró el general, quien también anunció la derogación del toque de queda y el restablecimiento de las comunicaciones por internet.

La salida de Hasina marca el fin de una era en la política de Bangladesh. Ganó su cuarto mandato consecutivo en enero de 2024 en unas elecciones que fueron boicoteadas por la principal formación opositora, el Partido Nacionalista de Bangladesh. Su partido, la Liga Awami, que se posiciona en el centroizquierda, había denunciado en las últimas semanas un supuesto complot de la oposición para derrocar al gobierno alentando la violencia.

El futuro político de Bangladesh es incierto. La formación de un gobierno interino supervisado por el ejército plantea interrogantes sobre la estabilidad a largo plazo del país y el futuro de su democracia. La reconciliación entre las diferentes facciones políticas será un desafío crucial para cualquier gobierno futuro.

Mientras tanto, la situación en las calles sigue siendo tensa. A pesar de la dimisión de Hasina, miles de personas han vuelto a salir a la calle en las principales ciudades de Bangladesh, desafiando el toque de queda. En Dacca, la capital, se han registrado nuevos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.

La crisis política en Bangladesh ha puesto de manifiesto las profundas divisiones en la sociedad del país y los desafíos que enfrenta su sistema democrático. La intervención del ejército añade una nueva dimensión a la crisis, y la comunidad internacional observa de cerca cómo se desarrollarán los acontecimientos en los próximos días y semanas.

En este momento crítico, el futuro de Bangladesh depende de la capacidad de sus líderes políticos, militares y civiles para encontrar un camino hacia la estabilidad y la reconciliación nacional. La formación de un gobierno interino inclusivo y la celebración de elecciones libres y justas serán pasos cruciales para restaurar la confianza en las instituciones democráticas del país.

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