El general tiene quien le escriba

Catarino Erasmo Garza un periodista mexicano de tendencia liberal a finales del siglo XIX libro algunas revueltas en la frontera de los Estados Unidos con el propósito de derrocar al general Porfirio Díaz gobernante de México desde 1884 a 1911.  En sus andanzas sus seguidores asesinaron a unos norteamericanos lo que le valió ser perseguido tanto en México como en Estados Unidos y huyó a refugiarse a Costa Rica donde en ese entonces gobernaba un presidente de tendencia liberal. Entre él, José Rodríguez Zeledón de Costa Rica, José Santos Zelaya de Nicaragua, el mandatario venezolano Joaquín Crespo, el caudillo Eloy Alfaro de Ecuador estuvieron a la cabeza lograr una internacional liberal en América Latina a través de las armas.

La liberación de Cuba y los contactos con Antonio Maceo fue otro de los preparativos estudiados. En 1895 en un barco tico “Favor de Dios” se aborda desde Costa Rica hacia las costas de Bocas del Toro donde desembarca con un contingente armado en la cual se encontraban tres colombianos. Su desembarco paso desapercibido por un barco de guerra americano instalado en las aguas del caribe en una aventura armada tan abierta y publicada anticipadamente en la revista Times Democratic de Nueva Orleans, Estados Unidos.  Ya con esa noticia, Colombia advertida de antemano envió un contingente de soldados por mar hacia Bocas del Toro y asegurar la protección territorial. Cuando desembarcan en Bocas del Toro en horas de la madrugada, los combatientes se dirigen a tomarse el cuartel y en ese cruce de disparo logran matar al centinela. Cuatro colombianos recluidos son liberados y estos deciden sumarse a las huestes revolucionarias. Sin embargo, el fuego repetido de los fusiles logró matar al revolucionario mexicano y someter a sus huestes en un asalto mal planificado y sin ninguna posibilidad de triunfo. La revuelta finalizó en una fosa común donde el seudo general terminó enterrado con otros.   

Hace unos meses el presidente Andrés Manuel López Obrador de México anunció el envío de un buque de guerra con veinte militares y sesenta marinos para rescatar los restos del seudo general y reconstruir la historia. Catarino Erasmo Garza no era de ningún izquierdista revolucionario, sino un hombre de pensamiento liberal. Pero su accidentada historia está basada más en su ingenuo idealismo y la promoción mediática a el explayada por los diarios norteamericanos a finales del siglo XIX.

Siguiendo el pensamiento del presidente de México ahorariposta el presidente de Colombia Gustavo Petro lamentando la pérdida de Panamá y anunciando su visita a nuestro país y territorio para llevarse los restos de los colombianos acribillados en el asalto a Bocas del Toro.    Deberíamos recibirlo con un pico y una pala a efectos que excave y logre llevarse los restos de los tres colombianos y cuatros reclusos de la cárcel de Bocas del Toro quizás sepultados en la misma fosa común donde yacen los restos de Catarino Erasmo Garza.

A propósito, la pérdida de Panamá se inició en 1846 cuando Colombia de su propia voluntad le entregó a los Estados Unidos de América la protección del istmo. A ello obedece en esta crónica de un asalto anunciado la presencia del buque de guerra de los Estados Unidos “El Atlanta “vigilando las costas de Bocas del Toro. Si Catalino Erasmo Garza merece ser recordado es por sus ideales liberales. Los restos deben permanecer en Panamá como fuente de inspiración a los ideales liberales que han hecho de este país un país muy distinto a Colombia.

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