La ambivalencia en el ser panameño

Los panameños somos seres muy ambivalentes. Esta cualidad confunde a los anglosajones y europeos.   La univocidad es la característica principal de los estadounidenses y europeos y de su estructura mental para comprender la realidad externa, así como la conducta humana. Entender a los panameños requiere otras herramientas mentales.  De no ser así caen en la incomprensión y en los prejuicios sobre el ser panameño. Escuche en una ocasión a un empresario enemigo acérrimo de otro señalar:   Es un desgraciado, hp, etc…, y luego señalar: si me trae un negocio lo escucho y me meto si es bueno.   En la política pasa igual.  

Cada uno asume un bando y ve al contrario como inaceptable. Se disparan misiles, se denigran, se insultan, pero luego de terminado el torneo electoral no sienten ningún reparo si lo llaman para ofrecerle un cargo público.  Entonces hacen ver que su adversario vio en él, la luz necesaria para hacer un buen gobierno.  Si, en Panamá todos los políticos de la oposición son iluminados y si participan en un gobierno con la cual no comulgan por sus prácticas, forma de gobernar o cualidades carentes de ética eso no importa.  Ellos entran y ocupan los cargos para los propósitos de modificar espacios o crear pequeñas islas de integridad dentro de un mar de corrupción.  Ese es el discurso con la cual justifican su participación. 

Es posible que nuestra precaria paz política y social se deba a estos tipos de componendas.   Todo esto descansa sobre una base muy firme del conservadurismo panameño.  “Haz todo lo posible para que todo cambie para no cambiar”.  La irrelevancia de la ideología como marco de referencia para la configuración económica, social y política del Estado panameño es sorprendente. En el último torneo electoral quienes proponían una propuesta distinta no alcanzaron ni el 1% de los votos. ¿Nos dice algo todo esto?  El país solo entiende un lenguaje político. El lenguaje de los arañazos a la riqueza pública. Cada clase lo hace a su estilo y necesidad. Los de arriba con exoneraciones fiscales, evasión fiscal, usufructuar sus negocios y patrimonio sin que lo toquen (la política en función de mi seguridad.  Mi negocio y mi patrimonio es como mi cuerpo.  No me toques).   Y los de abajo arañan con empleos, subsidios, salves y toallas). En cuanto a intereses comunes, nos hemos dividido el país en castas.  Cada cual tiene bien estructurada los límites de sus exigencias al Estado y lo que puede hacer o no hacer está en función de esos intereses asemejados al cuerpo humano.  Mientras no me toques todo está bien.

Dos anécdotas interesantes. Uno de los candidatos presidenciales se jactaba, luego de llegar después de la ambulancia, a su verdadera ganancia. “Poder incluir en su currículo el hecho de haber sido candidato presidencial en Panamá”.     

En Instagram, una influencer anti minera subió un video promocionando el voluntariado a limpiar las playas llenas de basura en costa del este divulgando un perfume de marca. Después de un día de limpieza me baño con perfume de la marca “X” embotellado y encajetado con material reciclado. Me imagino la sensación de satisfacción en contribuir con el medio ambiente comprando un frasco de perfume y realizando una labor social.

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