Estamos próximos a unas nuevas elecciones y no ha existido periodo electoral mas confuso al de estos momentos
En el mundo de la fantasía de los candidatos presidenciales, las elecciones se definen como un proyecto de promesas electorales para llegar al poder. Con la clara conciencia de la imposibilidad o la falta de interés de sentirse obligado.
Se promete sin un verdadero análisis de su factibilidad en medio de una deuda pública exorbitante, una mina cerrada sin claridad sobre sus consecuencias tanto para el entorno favorable a la inversión como por sus costos de indemnización. Como espectro estos temas recaen sobre toda la nación panameña.
Y no toco el tema de la corrupción por ser esta una lucha contra el monopolio de la corrupción más a una necesidad de enseriar los comportamientos públicos y privados.
Alguno de ustedes cree en una semana de cuatro días laborables, el pago de décimo tercer mes para los jubilados, la promesa de un tren hacia David. ¿Algo en los programas de gobierno distinto a lo dicho en anteriores elecciones? La carta de deseos de cada programa de gobierno es como una lista a Santa Claus. Los hijos saben, quizás nada de lo que aparece en la lista se va a materializar y los padres que podrán cumplir.
Y los seguidores son fieles creyentes en obtener un empleo dentro de la estructura gubernamental por el supuesto esfuerzo de participar en las campañas políticas. Ese cuento de gobernar con los mejores se lo pueden echar a los incautos o ingenuos. Nada de esto es la realidad fáctica en función del poder. Gobiernan con los allegados conformados por compañeros de colegios, de relaciones familiares, de socios o miembros de alguna cofradía o club. Y mientras más imbécil e idiota mejor, pues se requiere individuos que sigan ordenes, subordinados y que no generen pensamiento crítico. El interés público se subordina al poder y la voluntad del Presidente y casi nunca van de la mano.
Yo no espero absolutamente nada del próximo gobierno pues a la fecha ninguno ha demostrado seriedad en exponer los álgidos problemas nacionales que se avecinan fuera de toda la temática social permeando en nuestra nación a lo largo de este siglo a pesar de los ingresos del Canal.
Me da igual quien gane o quien pierda. Todos muestran estar cortados con la misma tijera.
Y a propósito: Quien cree en la corrupción como el factor que mueve las preferencias electorales. Hemos llegado a una etapa donde ese tema está entre paréntesis. La desesperación nacional es por empleos en un país que se da el lujo de perderlos o ignorarlo y dudo cualquier posibilidad de disminuir la planilla estatal. Otro de esos cuentos de varias décadas.