Javier Milei y la recomposición de Argentina

Javier Milei asume este domingo la presidencia de la República Argentina, en un momento donde la esperanza de un pueblo que apostó por un cambio que, incluso, podría serle perjudicial, se conjuga con la promesa de un hombre autodefinido como «ultraderechista y revolucionario», que tratará de amainar el impacto de una economía deprimida con drásticas medidas.

MIlei, de 53 años, planteó desde su campaña un modelo económico que, de acuerdo con sus expresiones, «le devolverá a la Argentina sus días de gloria». Esta premisa la hizo ganar adeptos, principalmente de sectores de la clase media y media baja, cuya lucha contra el empobrecimiento les está llevando a un callejón del que podría ser imposible salir.

«Con las reformas que planteo, en 15 años podemos alcanzar niveles como Italia o Francia», ha dicho el ahora Presidente en numerosas intervenciones públicas, entrevista y presentaciones como candidato. Para numerosos expertos, sus palabras no pueden ni deben tomarse a la ligera. «Tomará tiempo, pero no es una idea descaballeda, si se sigue un plan riguroso y se cumplen los plazos establecidos para lograr una recuperación plena de nuestra economía», coinciden expertos.

Argentina perdió la competitividad que tuvo en el sector productivo y agropecuario, impulsados por la llegada al país de una ola de migrantes europeos en los tiempos de la Gran Depresión. El país recibió esa inyección económica y mantuvo niveles excepcionales. No obstante, esa riqueza no llegó a la población con menos poder adquisitivo. Esto produjo que paulatinamente se fuera minando la base económica del país, llegando hasta los tiempos actuales.

Desde hace una década, Argentina no registra un crecimiento económico visible, hoy se encuentra en una crisis económica sin precedentes, con una inflación calculada en más de 140% anual, y una pobreza que tiene inmerso al 40% de la población del país.

Este es el principal reto de Javier Milei. Llevar sus propuestas a la práctica podría llevar a la Argentina a un período de convulsión social, pero al mismo tiempo, de prosperar su revolucionario plan, el país tiene una gran oportunidad de zafarse de años de frustraciones económicas, y que lleguen mejores días a toda la población, principalmente a los que menos tienen.

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