¿Es Bad Bunny el nuevo Rey del Pop? Una comparación absurda

Bad Bunny es un fenómeno comercial actual de la música latina urbana. Pero vender millones de discos no te hace merecedor automáticamente de la realeza del pop

¿Puede Bad Bunny realmente llenar los zapatos de seda y brillantes de El Rey del Pop, Michael Jackson? Últimamente, la prensa y algunos fans han estado llamando al artista puertorriqueño de música urbana y trap “el nuevo rey del pop” tras la meteórica fama de su último álbum. Sin embargo, una mirada objetiva a sus credenciales artísticas muestra que Bad Bunny dista mucho de acercarse al nivel de talento vocal, composición musical e innovación escénica que convirtieron a Michael Jackson en un ícono global.

Si bien es cierto que Bad Bunny acumula miles de millones de reproducciones en plataformas digitales, esto se debe más a sus ritmos pegadizos que a una técnica vocal destacada. En contraste, Michael Jackson impresionaba con su asombrosa voz de cuatro octavas de rango, poderosos crescendos y emblemáticos chillidos. Sus casi innatas habilidades vocales lo llevaron a entrar en el Libro Guinness de los Récords por sus impecables actuaciones en vivo. Mientras tanto, Bad Bunny confía en autotune, coros y efectos para sacar adelante interpretaciones relativamente endebles. Sus letras, por otra parte, carecen de la poesía, la conciencia social y la pureza emocional que caracterizaba temas clásicos de Jackson como “Man in the Mirror” o “Earth Song”. Donde Jackson abordaba problemas como la injusticia racial o la unidad mundial, la obra de Bad Bunny frecuentemente cae en clichés del género urbano sobre riqueza, lujos y conquistas románticas.

A nivel musical, Jackson era un prolífico compositor y arreglista, concibiendo todos los elementos de sus magistrales producciones. Bad Bunny, en cambio, se apoya en una plétora de productores, compositores y artistas invitados para conceptualizar sus canciones. Sin los aportes de colaboradores como Jhay Cortez, Drake, Chencho Corleone o Tony Loxx, su obra palidece considerablemente. Incluso en vivo, Jackson destacaba por sus intrincadas coreografías y espectaculares efectos escénicos, mientras los shows en directo de Bad Bunny son más bien discretos.

Ciertamente, Bad Bunny es un fenómeno comercial actual de la música latina urbana. Pero vender millones de discos no te hace merecedor automáticamente de la realeza del pop. La popularidad y las modas son efímeras; en cambio, el talento, el mensaje y el impacto cultural de Michael Jackson han probado ser atemporales. Antes de siquiera mencionarlo en la misma oración que al legendario Rey del Pop, Bad Bunny tendría que mostrar al menos una pizca de sus habilidades vocales, versatilidad e innovación artística. De lo contrario, las comparaciones no son más que un insulto a la memoria de Jackson.

En conclusión, nombrar sucesor al desaparecido Rey del Pop debe reservarse para un talento igual de singular que redefina el género musical. Bad Bunny definitivamente no califica actualmente para tan distinguido honor. La próxima vez que la prensa caiga en la tentación de darle este título prematuramente, deberíamos recordarles la singular grandeza de Michael Jackson y abstenernos de comparaciones absurdas con artistas contemporáneos que claramente no están a su altura. El verdadero legado de Jackson es incomparable e irrepetible.

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