Comunicación 5.0

Uno de los peores resultados de este gobierno ha sido el pésimo manejo de la comunicación del Estado. Ha sido tan mala que da la impresión de atentar contra el propio gobierno. El mundo de las comunicaciones ha cambiado; hoy en día existe casi una igualdad de condiciones entre periodistas e influencers. Ambos trotan en distintas plataformas, sin embargo, cualquiera puede marcar la agenda en los espacios públicos y sustentar una premisa cierta o falsa dependiendo del generador, su campo de seguidores y la multiplicación de tal premisa a su vez por los seguidores.

Un mensaje falso o un mensaje cierto se igualan en los espacios públicos por esa falta de indagación de parte del recipiente. Sujeto hoy de poco tiempo y poca capacidad para averiguaciones. El sujeto generador es el trasmisor de la premisa y la verdad a la vez. Así fue como Donald Trump en una oportunidad señaló poder dispararle a cualquier y no perder votos electorales.

La comunicación del Estado en este gobierno no se ha adecuado a los nuevos tiempos. Vive en comunicación versión 1.0. cuando vamos por Comunicación 5.0. En otras palabras, similar a tener un celular 1G cuando ya el mundo incursiona en 5G. Y lo digo porque en mi opinión este gobierno hizo lo necesario en un evento singular pandémico de escala mundial y que costo muchas vidas. Produjo dos cuarentenas, desempleo, cierre de negocios, problemas relacionados con deudores imposibilitados de cumplir sus obligaciones. Para todos estos hechos existieron medidas implementadas. No hubo hambruna ni saqueos. Se mantuvo la paz social en medio de ausencia de consumo, inversión y liquidez. En materia de salud en este país se distribuyó la misma vacuna con la cual se vacunaron todos los norteamericanos. No hubo falta de camillas, la población no se murió en las calles; contamos con los elementos necesario para sostener la atención médica. Es decir, la aspiración por la vida y la paz social en un país medianamente desarrollado fue bastante efectiva.

Pero nada de eso fue noticia, ni cacareo gubernamental ni reconocimiento nacional por un mal manejo mediático. Al contrario, permitieron la versión de las premisas falsas y hoy toda esta temática no marca positivamente en las simpatías nacionales. La comunicación del Estado se sostiene en la vieja dinámica de patrocinar cuñas publicitarias, hacer favores y repartir prebendas como mecanismo de control mediático.

Lamentablemente se pensó que la agenda pública la marcan los medios de comunicación tradicional y ese fue un gran error. Hoy los periodistas, comentaristas, generadores de opinión se nutren predominantemente de Twitter, Instagram y Facebook para sondear por dónde va la opinión pública.    Y en ese campo los llamados influencers son los que marcan la pauta.

Los gobiernos para cada tema que resalten en los espacios públicos necesitan una estrategia mediática. Lamentablemente en este gobierno se fueron por la vía del silencio y el precio en las simpatías públicas la pagan con creces. Trágico resultado de creer que la comunicación no es una ciencia o no requiere de materia gris en estos tiempos sino de operadores.

En otra oportunidad escribiré sobre un gabinete que se esconde frente a la opinión pública cuando hay la necesidad de divulgar los proyectos, planes y decisiones gubernamentales. El miedo a la opinión pública.

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