Hasta hace poco, Jeff Bezos figuraba como la persona más acaudalada del mundo, con un patrimonio neto que ronda los 210.7 billones de dólares. Desbancado por Elon Musk, el director ejecutivo de Tesla, cuya fortuna asciende a 296.2 billones, Bezos, sin embargo, será señalado siempre como el primero en superar el punto de referencia de los 200 mil millones de dólares en una fortuna personal.
En 1994 nació Amazon, en el garaje de la casa que habitaba en Seattle. Tras un inicio para nada fácil, a partir de 1998 la empresa tomó impulso hasta llegar a convertirse en el ícono de las ventas online: los ingresos de Amazon crecieron un 38 por ciento durante la pandemia. El 5 de julio del 2021, Bezos renunció a su puesto como director ejecutivo para dedicar más tiempo a sus otras pasiones entre las que figuran el legendario The Washington Post y su empresa aeroespacial Blue Origin, con la que pretende darle un vuelco al desarrollo de cohetes para uso comercial.
Un dato y el sueño emerge.
Tras graduarse en 1986 como “suma cum laude” en Ingeniería Electrónica e Informática en la Universidad de Princeton, Jeff Bezos se muda a Nueva York donde termina trabajando para el fondo de inversión manejado por David E. Shaw. En ese fondo era común la utilización de algoritmos informáticos para rastrear las disparidades de precios en los mercados financieros, y fue precisamente inmerso en esas labores cuando el novel ingeniero se tropezó con las estadísticas que señalaban que la red informática mundial crecía un promedio de más del 2,300 por ciento cada año. “Entonces decidió que quería subirse a ese tren y se le ocurrió abrir una tienda minorista online, una especie de catálogo Sears de la era digital”. Y es precisamente esa travesía y el desarrollo de ese “catálogo digital” lo que se describe, con pelos y señales, en el vertiginoso libro Crea & Divaga: Vida y reflexiones de Jeff Bezos, dividido en dos partes y con un extraordinario prólogo firmado por Walter Isaacson, autor entre otras de las inolvidables biografías de Steve Jobs, Benjamín Franklin, Leonardo Da Vinci y Albert Einstein.
Debajo de las piedras.
En el prólogo de la obra, Isaacson advierte que “personas inteligentes las hay hasta debajo de las piedras, pero muchas de ellas a menudo no llegan demasiado lejos”; y se atreve a poner a Bezos a la misma altura de Leonardo Da Vinci, Benjamín Franklin, Ada Lovelace, Steve Jobs y Albert Einstein. A lo largo de unas tres docenas de páginas va soltando pequeñas perlas de información que, como un rastro de piedrecillas en el bosque, sirven de guía al lector para acercarse a las consideraciones sobre las que fundamenta su juicio inicial.
La travesía incluye la búsqueda de los ingredientes que determinan la inventiva y la imaginación de alguien hasta el punto de convertirlo en una personalidad creadora, constructora de nuevas realidades y de mundos hasta entonces solo soñados. Cuatro son las características que moldean a estos genios: la curiosidad, que lleva a la formulación de preguntas que estimulan la búsqueda de nuevas opciones; el interés por las humanidades y las ciencias, cuya fusión resulta siempre fructífera; la capacidad de maravillarse por todo, que evita caer en el pensamiento rutinario y darlo todo por hecho; y, finalmente, la presencia de un “campo de distorsión de la realidad”, expresión que proviene de un episodio de la serie Star Trek, en el que unos alienígenas crean mundos nuevos a través del fabuloso poder de sus mentes.
A lo largo de este breve prólogo, el lector descubre que los dos más grandes héroes de Bezos- además de sus padres y su abuelo- son Walt Disney y Thomas Alva Edison. “Los inventores y la innovación siempre me han interesado”, confiesa.
Walter Isaacson, definitivamente, logra bosquejar en apenas una treintena de páginas, un retrato contundente del que se ha convertido en unos de los personajes más representativos del escenario tecnológico actual. El hilo de interés que recorre estas páginas mantendrá al lector pendiente de cada nuevo detalle, de cada dato adicional que ayudará a comprender mejor la trayectoria de este personaje central en la revolución digital y empresarial de las últimas décadas.
El centro de todo.
La primera parte del libro es una recopilación de las cartas que, desde 1997 hasta el 2019, Jeff Bezos ha hecho llegar a cada uno de los inversores de Amazon. En ellas el lector atento encontrará una abundante cantidad de la sabiduría empresarial que ha convertido a esta empresa tecnológica en uno de los gigantes del mundo actual y a su creador en el rey Midas contemporáneo.
La columna vertebral del éxito descansa, según consta en estas cartas, en poner al cliente como el centro de los esfuerzos, pensamientos e iniciativas de la empresa. “La plataforma Amazon.com la componen la marca, los clientes, la tecnología, la capacidad de distribución, la profunda experiencia del comercio electrónico y un gran equipo con pasión por innovar y por atender bien a sus clientes”, se deja establecido en la misiva enviada a los inversionistas en 1999.
Otro de los elementos de la poderosa filosofía que impulsa el éxito de Amazon- y de cada iniciativa de Bezos- lo resume la breve frase con la que cierra la mayor parte de sus cartas: “seguimos en el día 1”. En la carta correspondiente al año 2016, titulada Evitar el día 2, advierte que “el día 2 es el del estancamiento. A este le sigue la irrelevancia, luego el doloroso y humillante declive y, en última instancia, la muerte. Y ese es el motivo por el que aquí siempre es el día 1”. Anota certeramente, unos párrafos más adelante, que “permanecer en el día 1 requiere experimentar pacientemente, aceptar fracasos, plantar semillas, proteger los brotes y doblar la apuesta cuando satisface al cliente. Y lo que favorece que se den las condiciones adecuadas para hacerlo posible es una cultura de servicio al cliente”.
“Procuren que su vida sea un gran relato”.
La segunda parte del libro no se queda a la zaga. Mucho más personal, más cerca del individuo detrás del gigante tecnológico que domina gran parte del paisaje contemporáneo, el recorrido por esta parte de la obra se tiñe de trazos autobiográficos, de confesiones y consejos que resultan oportunos y bienvenidos en los tiempos de incertidumbre que corren.
Aquí habla de las condiciones de su nacimiento, de su madre, de la extraordinaria influencia de su abuelo y del hombre que, sin ser su padre biológico, ha desempeñado el papel de tal. “Mi padre no es mi padre biológico. Se llama Mike”, aclara en una mezcla desbordante de amor, gratitud y respeto.
Entre las abundantes pinceladas biográficas, también desliza generosamente impresiones y experiencias muy personales, que libres de arrogancia intenta que resulten inspiradoras para todos los que, en estos momentos de incertidumbre y cambios acelerados, aún atesoran un sueño pendiente.
“Cuando tenga ochenta años”, escribe, “quiero arrepentirme del menor número de cosas posible, y la mayor parte del arrepentimiento suele provenir de cosas que no hemos intentado, de caminos que no hemos explorado. Esas son las cosas que nos persiguen obsesivamente”.
Jeff Bezos clasifica a los emprendedores en dos categorías: misioneros o mercenarios. A su juicio “los mercenarios intentan ganar mucho dinero en poco tiempo. En cambio, los misioneros se desviven por su producto o servicio y por sus clientes, e intentan crear un buen servicio. Por cierto, la gran paradoja es que habitualmente son los misioneros quienes ganan más dinero, uno se da cuenta de eso rápidamente al hablar con empresarios”.
A lo largo de las páginas de Crea & Divaga, uno de los empresarios más icónicos y disruptivos del presente, comparte sus experiencias y las enseñanzas que derivó de ellas y que le continúan resultando útiles hasta el día de hoy. Desde los criterios aplicados para contratar a los miembros de su equipo, hasta la plataforma de alunizaje Blue Moon, pasando por la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y los planes de su empresa aeroespacial Blue Origin, nada escapa a la curiosidad y el interés del hombre que revolucionó las ventas minoristas online y cuyos pensamientos viven en un futuro cada vez más cercano gracias al genio de innovadores que, como él, dan forma a la revolución tecnológica que avanza imparable.
“Para ganarse la confianza de la gente y tener buena reputación, uno tiene que hacer bien cosas difíciles una y otra vez”, dice con la autoridad que le brinda su sorprendente trayectoria.