Iracundia.

Cuando el 4 de marzo fueron suspendidos los desembolsos etiquetados como “gastos de movilización”, Arraiján era uno de los distritos que, a nivel nacional, más dinero destinaba a este renglón. El alcalde y los ocho concejales del mencionado municipio recibían unos cinco mil dólares mensuales para transportarse a lo largo del pequeño reino. Luego de unos pocos días que la Contraloría anunciara la suspensión, el Consejo Municipal de Arraiján dio luz verde a un aumento de salario para los doce funcionarios afectados por la medida.

El pasado miércoles 13 de julio- mientras el resto del país estaba pintado de guerra en contra del alza de los precios del combustible, el encarecimiento de la canasta alimentaria y, precisamente, de los gastos excesivos y la corrupción que consumen las arcas del Estado- en la Gaceta Oficial se publicaba el Acuerdo Municipal 22 del 14 de junio de 2022 que transfiere 12 mil 600 dólares desde la eliminada partida de movilización hacia la partida correspondiente a los gastos de representación. Esta jugada eleva a 2 mil 100 dólares mensuales los mencionados gastos para el pequeño grupo que encabeza la comuna y, por si resultara poco con este privilegio, se establece que la medida comienza a regir a partir de la primera quincena de mayo. El afortunado alcalde de dicho distrito tenía asignados mil 400 dólares para estos menesteres. La medida adoptada le favorece directamente junto a los ocho concejales que le acompañan en tan notable gestión.

En la misma Gaceta se publicó, además, el Acuerdo 21, también del 14 de junio, que establece el traslado hacia las juntas comunales del distrito de los 120 mil dólares que estaban asignados anteriormente a la partida de transporte. La piñata está recargada para continuar la fiesta.

Es este tipo de desconexión con la realidad y las necesidades de las comunidades nacionales las que mantiene al país en vilo desde hace quince días. El hartazgo nacional ante los desmanes, abusos, el parasitismo y la corrupción rampante de una casta minoritaria, terminaron por desbordar la paciencia y el espíritu pacífico que habían caracterizado al país. Insistir en estas desvergonzadas actitudes sólo contribuye a lanzarle más combustible a la ira generalizada que, incontenible, puede enrumbar a la colectividad por caminos finalmente lamentables para todos.

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