Todos los periodos presidenciales son iguales. En campaña son expertos en el diagnóstico de nuestros problemas políticos y sociales.Cuando llegan al poder se olvidan de ellos. Ningún Presidente en los últimos 22 años ha estado dispuesto a cambiar el sistema.
Es el sistema de administración pública con los supuestos frenos y controles impide una verdadera administración eficiente. Quienes han ejercido cargos públicos saben que la mayor muralla a la eficiencia es el propio sistema diseñado para controlar el mal uso de los fondos públicos.
El sistema diseñado se ha convertido en el garante de un mal servicio y además de costoso tampoco detiene la corrupción. Hoy con los adelantos tecnológicos, el Estado debería ser mucho más eficiente en contratar bienes y servicios y pagar por los mismos en los tiempos oportunos. Lamentablemente nadie al contratar con el Estado tiene certeza de cuándo le van a pagar y esto hace que muchos no quieran prestarle servicios al Estado y otros abultan sus precios previendo la incertidumbre en la fecha de pago.
Y todos estos controles supuestamente diseñados para evitar la corrupción y el mal manejo de los fondos públicos no han detenido a nadie en sus travesuras. Quienes en su ADN tienen muy incorporado las ansias de robar han podido diseñar o crear otros mecanismos para seguir lucrando de los fondos del Estado.
Entonces para qué sirven todas estas supuestas medidas de frenos y controles. Únicamente para producir un servicio deficiente. Nadie logra cumplir con los objetivos trazados en los tiempos estipulados por la sencilla razón de no poder tener certeza de los procesos de compra y desembolso de fondos.
Este es uno de los grandes obstáculos de un buen gobierno y tengo mis serias dudas, Nito Cortizo no se da cuenta y hará algo al respecto. En mi opinión solo le restará justificar durante el resto de su vida a él y a sus ministros y directores el reto de la pandemia del Covid y la imposibilidad de hacer algo para un buen gobierno.
Cuando se habla de la abultada planilla estatal, lo cual es un hecho la gran pregunta es ¿por qué nadie hace algo al respecto?
En primer lugar, por esa mala práctica de creer que se participa de la política para luego exigir un puesto de trabajo. O los puestos de trabajo constituyen un factor de poder para poder salir reelecto. Yo puedo conformarme con el tamaño de la burocracia panameña siempre y cuando cada funcionario sea productivo. Lo peor de la administración pública es tener funcionarios sin funciones. Y es la gran realidad panameña.
Hace unos años escribí una bitácora sobre instituciones que dejaron ya de ser necesarios como el Banco Hipotecario Nacional, El Banco de Desarrollo Agropecuario, Los Correos Nacionales, Bingos Nacionales. Son todas instituciones vegetando con abultadas planillas.
Existieron otras que por ley debían desaparecer como la Autoridad de la Región Interoceánica luego reconvertida y ahora es una unidad administrativa del Ministerio de Economía y Finanzas. Otra es la famosa PAN. Prometieron desparecerla en campaña por tantos escándalos de corrupción, pero luego al asumir el poder le cambiaron el nombre a DAS para seguir haciendo lo mismo. ¿Y por qué no desaparecen? Porque desaparecer significa redireccionar el personal a otras entidades.
Es preferible que permanezcan algunas como Zombis (Mitad en vida y mitad muertos) o con personal y sin funciones, pregúntenle al ministro de Desarrollo Agropecuario como tiene distribuido su personal a lo largo y ancho del país. Cuántos son agrónomos y permanecen sentados en escritorios y otros sin funciones. ¿Pregúntele a un productor cuánto tiempo toma pedir un préstamo de $100,000 al BDA o a algún arrendatario de locales y oficinas si el Estado le paga a tiempo para poder hacerle frente a sus obligaciones bancarias hipotecarias?
Describo la pura realidad. A eso súmele ser gobernados por mediocres o peores porque los capaces están muy claros, en el gobierno no se pueden cumplir con los objetivos trazados por muy buenas intenciones y honestidad.