La finca a corto plazo

Si hay algo que caracteriza al discurso político nacional no es sólo la absoluta falta de ideas y de sustancia, sino la ausencia de los temas que tocan el alma y los ánimos de la ciudadanía. Los protagonistas del hacer político del patio, insisten en demostrar una rampante desconexión de los temas que roban el sueño al elector de a pie. Y si, alguna vez, hacen una sorpresiva parada en esos temas, los mueve el más vulgar populismo tras el que arropan intereses particulares inconfesables.

El desempleo, la nula generación de los mismos, el alto costo de la canasta básica, la mala calidad de los servicios públicos, las desastrosas deficiencias que arrastra la educación nacional, los nulos programas para la formación profesional, son algunos de los muchos asuntos que brillan por su ausencia en lo que debería ser el debate alimentado día a día por quienes insisten en “venderse” como los salvadores de la patria. En su lugar, el espacio lo controlan el discurso belicoso para aniquilar a los adversarios, los señalamientos que persiguen descalificar a todo el que piense distinto y la verborrea demagógica que busca exaltar los ánimos a favor de un determinado bando. Sumergidos en una conmovedora pobreza de ideas, se apuntan a campañas de dudosa veracidad para generar el miedo o el repudio masivo que luego utilizan como timón para mover el descontento en la dirección que les resulte más conveniente.

Y para completar tan desolador panorama, se suma la carencia de planes y estrategias que le impriman un rumbo al país y ayude a superar la grave secuela de desempleo creciente y economías destruidas por la crisis del covid-19.

Evidentemente, sin un plan que una las voluntades ciudadanas y, sobre todo, sin una “visión” nacional que lleve a superar el “cortoplacismo político”, es poco lo que se puede esperar del porvenir; la nación seguirá en manos de quienes, incapaces de construir en grande para el futuro, persistirán hundiéndola en el cieno donde se arrastran la demagogia, las ambiciones partidarias y la avaricia de la reducida banda que se siente dueña de la finca.

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