El primero de los incidentes se produjo en el Báltico, donde la alerta saltó en la base aérea de Amari, en Estonia, provocando el despegue de emergencia de un F-15 estadounidense que interceptó una serie de cazas de combate rusos.
Se trataba de dos Su-35 y dos MiG-31 que, según la Alianza Atlántica no habían presentado planes de vuelo y no se comunicaban con el Control de Tránsito Aéreo. Luego se supo escoltaban un avión de carga ruso del modelo Tupolev 154.
«El avión ruso no entró en ningún momento en el espacio aéreo aliado y todas las interacciones fueron seguras y profesionales», ha indicado la OTAN en un comunicado.
En otro altercado distinto, las fuerzas aéreas de Noruega identificaron un grupo de aeronaves rusas en el mar del Norte, cerca del espacio aliado. En este caso era un avión nodriza junto a varios bombarderos realizando misiones de reabastecimiento en vuelo.
La OTAN intercepta aeronaves militares y civiles que no siguen las normas internacionales de vuelo y se acercan al espacio aéreo aliado, en un intento de salvaguardar el espacio aéreo de la OTAN y apoyar la seguridad de todos los usuarios del aire.
Las misiones de patrullaje aéreo se reforzaron en 2014 como respuesta a las acciones de Rusia en su vecindario, aumentado el destacamento en los países bálticos y Polonia. En paralelo se desplegaron fuerzas aliadas para apoyar la capacidad de Bulgaria y Rumanía en la vigilancia del mar Negro.
EUROPA PRESS
