Durante el año 2020, señala la Organización Internacional de Trabajo (OIT), 158 millones de trabajadores en Latinoamérica ejercieron sus labores bajo condiciones informales, cifra que equivale al 54 por ciento de la mano de obra de la región.
Las repercusiones directas de este fenómeno sobre la competitividad y el crecimiento económico son innegables porque al carecer de financiamiento y de los incentivos presentes en el sector formal, las empresas informales presentan una menor inversión, un bajo nivel de innovación y generan menor valor agregado.
En otro informe recientemente presentado, la OIT advirtió que hasta septiembre de 2021 el 70 por ciento de los empleos creados en América Latina fueron informales. La reactivación de las economías del área resulta insuficiente aún para recuperar los empleos perdidos a causa del Covid-19, lo que ha provocado un aumento alarmante de los niveles de desempleo y de la informalidad. A juicio del director de la OIT, Vinícius Pinheiro, “no se están generando ni la cantidad ni la calidad de los empleos que requiere esta región para hacer frente a las secuelas de una crisis sin precedentes. El panorama laboral es complejo y plantea desafíos de grandes magnitudes”. “En 2021 son las ocupaciones informales las que están liderando la recuperación parcial del empleo”, agregó Pinheiro, quien destacó, además que “se trata de empleos que generalmente son inestables, con bajos salarios, sin protección social ni derechos”.
Este creciente proceso de informalización laboral resulta extremadamente preocupante para el futuro de uno de los sectores más golpeados por la pandemia: el de los jóvenes comprendidos entre los 18 y los 25 o 30 años que se ven empujados a enfrentar un mundo de trabajo totalmente distinto al de sus padres; un mundo marcado por la inestabilidad y por una creciente informalidad donde la incertidumbre es la nota cotidiana. Esas condiciones, acrecentadas por administraciones gubernamentales ineficientes y carentes de estrategias que les tomen en cuenta, terminarán por convertirse en la mecha incendiaria que recorra el continente en los próximos meses llenando de caos e insatisfacción el escenario criollo.
Las expectativas regionales en nada mejoran con las previsiones del Banco Interamericano de Desarrollo cuando advierte que en los próximos cinco años la informalidad pasará del 54 al 62 por ciento en la región.
¡Los nubarrones se toman el horizonte!