Cuando Arnulfo Arias accedía al poder, levantaba pasiones a favor y en contra, muchas veces más en contra, de ahí que fuere derrocado en varias ocasiones. Así se labro una figura enigmática, precisamente por su forma de ser, su relación con los Rosa Cruz y el hecho de que nunca lo dejaron gobernar, siendo incluso encarcelado y enjuiciado. Por su parte Omar Torrijos que nunca accedió al poder por la vía democrática, ya que llega producto de un golpe militar, igualmente se labró una figura que trascendió lo nacional. Con muertos y desaparecidos dentro de su periodo, tiene a su vez detractores y seguidores. A Arnulfo Arias lo termino de sepultar Varela y a Torrijos insisten en hacerlo olvidar los últimos gobiernos PRD.
En esa decadencia de partidos tradicionales, emergió la figura de Ricardo Martinelli, rompiendo paradigmas con discursos populares que captó a un pueblo olvidado, incluso hasta sectores económicos poderosos se le juntaron, aún cuando no lo querían (Diario La Prensa), pero todo con evitar que la figura de una Balbina Herrera, a la cual sus copartidarios la acusaban de un oscuro pasado, llegara al poder.
Martinelli logró una votación por encima del 60%, con el apoyo del Panameñismo, quien vio que Varela no era candidato de peso en esa contienda y les tocó ceder. Ahí comenzó el resentimiento de Varela con Martinelli. La diferencia con Omar y Arnulfo, coinciden algunos, es que Martinelli está vivo, y de los otros solo las historias quedan.
Con errores y virtudes Martinelli logra un crecimiento alto en la economía, donde el panameño sintió que tenía casi de todo a su alcance. Había empleo y programas de educación, acompañado de otros sociales. Con sus actuaciones le robaba el discurso a la izquierda y hacía que la derecha lo cortejara.
Acumuló mucho poder, que también le hizo daño a la institucionalidad del país. Los famosos asesores de palacio le endulzaron el odio y le hicieron creer que era Dios y estaba por encima del bien y del mal. Que lo que hiciera, bien o mal no tendría consecuencia. Hoy arrepentido debe estar de esos “amigos de la silla” que adulan a todos.
En ese ir y venir terminó su periodo con un nivel de popularidad alto, para un Presidente saliente, pero nunca pensó que su sucesor venía con niveles de rencor inédito. Activó la justicia que no se metía y protegía a expresidentes, con el discurso de atacar la corrupción, cuando el formó parte del emblemático caso Odebrecht, pero con medios de comunicación y el poder económico de su lado, nos fue vendiendo que era diferente. Pero pudo más el odio, que logró introducirse en la Justicia, mediante amenazas y chantajes, provocaba exabruptos jurídicos, rompimiento del orden legal imperante y un desbalance de la justicia, para saciar un venganza personal.
Varela usando el aparato gubernamental, apoyado por funcionarios civiles y uniformados montó, por encima del interés general del país de salir adelante, una acción de persecución selectiva de exfuncionarios del periodo de Martinelli, incluido este. Se decidía quien quedaba detenido y quien no. Logró incluso que Magistrados refrentes dañaran su reputación, para su complacencia, que rompieron la aplicación de un Código Procesal Penal, con un solo fin, condenar a Martinelli. Decidieron iniciar juicios sin respetar presunción de inocencia, acusar saltándose la imputación y forzar mantener la competencia en un caso que debió ser declinado. Cabildearon duro para mantener eso, con presión incluso a jueces y magistrados.
La pregunta de siempre será ¿Por qué solo la extradición fue por el caso pinchazos y no por los otros tantos que se le menciona a Martinelli?, así mismo ¿Qué ganaban los Magistrados con acusar sin imputar, a sabiendas que lo mismo era violatorio del artículo 32 de la Constitución? Muchos asumen que Varela no montó nada por otros casos, porque tanto él cómo Martinelli repartían los macarrones y ambas salían carichos del embarre. Otros señalan que al final querían que se cayera el caso, por ese error garrafal de no imputar. Solo ellos sabrán.
Enjuiciado por un caso menor, la maquinaria del Ministerio Publico se le enfiló, pero terminaron derrotado con un fallo que declara a Martinelli no culpable. Pero como la ley está para ser aplicada, utilizaron los recursos que la ley le otorga a todos, escúchese bien a todos, no para unos sí y para otros no. De ahí que un Tribunal Superior revoca el fallo y ordena un nuevo juicio.
Pero llama poderosamente la atención el hecho de que el fallo ordenó un nuevo juicio por delitos de pinchazos, pero mantiene la inocencia en el delito contra la administración pública, ¿Cómo se come eso, si se trata del mismo juicio, las mismas partes y pruebas? Son el efecto Martinelli diría un colega abogado, en su caso todo se permite y nada está escrito en piedra.
Ahora le toca afrontar un nuevo proceso, pero vemos que asignan fechas, por encima de muchos procesos anteriores, asignan un Tribunal de Juicio que toma parte del proceso, pero luego faltando una semana son cambiados, sin que incurrieran en recusaciones e impedimentos. Ahí les abren la puerta a los abogados de Martinelli a otros recursos y es discutir lo relativo al juez natural y lo relativo a tribunales especiales, que está prohibido establecer.
Pues es lo que ocurrió, que se formó un nuevo Tribunal para un caso especial. Por otro lado, existe la figura de un testigo protegido, que ya se sabe quién es, pero sigue protegido por la Policía Nacional, que mediante una Resolución declaro de acceso restringido la información sobre sus funciones, salarios, rango y periodo como agregado de Policía.
Aferrado a una popularidad indiscutible, Martinelli, cosecha detractores en sectores específicos de poder económico y de medios de comunicación. Enemistad manifiesta con Magistrados de la Corte Suprema y una diatriba diaria con ciertos sectores del gobierno que señalan al Vicepresidente como la cabeza de una campaña en su contra. Yo aun lo dudo, Gaby Carrizo no estaba a ese nivel y siento que detrás hay otros intereses que lo están utilizando. En fin, más que la condena o libertad de Martinelli, está en juego un sistema judicial, que no puede seguir dejándose manejar e influir, porque todo se acaba y volvemos a ser tan comunes y silvestres.
Por ahora, lo único que muchos que ejercemos el derecho queremos, es que se aplique la misma ley, el mismo código y los mismos procedimientos para todos por igual, pues no podemos actuar y romper el ordenamiento jurídico, por quien estamos juzgando y olvidando que ese sistema debe ser aplicado para el resto de los panameños. Yo no puedo defender o acusar a una persona con dos códigos penal, o Procesal, uno para el blanco y otro para el negro, uno para el rico y otro para el pobre. La justicia debe ser una y si en derecho la Fiscalía tiene la razón, que se cargue la condena, pero sino la tienen que igualmente se respete.
Hoy es Martinelli, pero a futuro no queremos más Martinelli, ni más Código Mejía, dirigidos desde el palacio de la garza, para impedir una candidatura, pues parece que todo apunta a que simplemente no corra a un cargo público y ya lo hicieron prohibiendo su postulación a Alcalde, donde otros Magistrado igualmente se prestaron. Así mismo, aspiramos que no haya más Magistrados que llaman o chatean a Presidente, Ministros o asesores Presidencial, para ver que hacen y como aplican la Justicia. En definitiva, que sea la Ley que se aplique igual para todos, pues ese efecto Martinelli no se puede seguir repitiendo para nadie y no debe volver a ser el Ministerio Publico el juguete de un Presidente, para sus revanchas personales.
Que tiene otros procesos que lo persiguen, igualmente que los afronte, sin trato especial ni perjudicial, que los fiscales vean lo positivo y lo negativo, lo favorable y desfavorable, pero buscando la justicia y no haciendo un mandado. Porque al final Martinelli no es un santo, pero tampoco llega a nivel demonio y con virtudes y defectos merece un proceso justo. Quizás él no se los brindo en su momento a otros, pero ya debió haber aprendido, que el que la hace, la paga. Así veo las cosas y así las cuento.