El contrato expirado

Ya en los primeros párrafos con que inicia El contrato social, J.J. Rousseau establece que “el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Sin embargo, este derecho no tiene su origen en la naturaleza; se funda sobre convenios”.

Estos convenios son los que dan forma a la vida comunitaria y definen la manera en que nos educamos, cómo trabajamos, qué esperamos de quienes nos emplean, cómo afrontamos la enfermedad, a qué iglesia asistimos, qué esperamos del sistema legal, cómo viviremos la vejez y hasta cómo nos relacionamos con nuestros vecinos.

Los tiempos que corren, de pandemia y de una acelerada reconfiguración de todos los sectores de la vida humana, han sido pródigos echando por tierra los contratos sociales vigentes hasta la irrupción del virus. Notoriamente debilitados por realidades sin resolver como las brechas sociales o porque los grupos de poder vigentes dentro del Estado les dieron la espalda, los acuerdos sociales quedaron obsoletos simplemente porque defraudaron las expectativas ciudadanas depositadas en ellos.

Con nuevos escenarios donde la única seguridad es que los viejos modelos de gestión no funcionan, lo que se impone es la formulación de un nuevo contrato que redefina, por ejemplo, el rol de los partidos políticos y sus cúpulas dirigentes; el aporte de los empresarios en la vida nacional, más allá de la riqueza creada; la nueva educación con la que se pueda forjar, no sólo mano de obra especializada, también a un renovado ciudadano y ser humano; en fin, el país y el mundo reclaman un nuevo acuerdo con el que se pueda construir la estructura social que haga posible la equidad, el bienestar común y la justa distribución de oportunidades y beneficios.

Los tiempos de promesas vacías y manipulaciones quedaron atrás: la pandemia acabó con los dinosaurios que aún sobrevivían. Hoy es el momento de la imaginación, de la creatividad, del trabajo en equipo, de la formulación de un nuevo contrato nacional que nos impulse a un futuro que beneficie a todos: no sólo a los pocos de siempre.

 

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