En todos los colectivos formados por una universalidad de pensamientos es natural que haya disensos. Imposible que todos piensen igual y hagan lo mismo. Imposible que alguien no venga en contravía. No es un coro, tampoco una foto. Hay pugnas. Pasa hasta en las mejores familias y más todavía en aquellas en las que exista algo que las divida, o peor que haya algo que les interese. De ahí que la frase “los trapos sucios se lavan en casa” es tan pesada como la lengua que la dice. Cae mal, porque es verdad. Tan es así, que regularmente el que la dice es porque algo quiere ocultar. En los partidos políticos las cosas que pasan no son muy distintas a la realidad de una coexistencia familiar. Es gente de lo que estamos hablando. Ahora, la diferencia está cuando hay ausencia de autoridad, no de jefe, eso es otra cosa. En las familias como en los partidos políticos la autoridad es el eje.
El Partido Revolucionario Democrático (PRD), el que creó Omar con la idea de que su política de transformación social trascendiera más allá de los cuarteles, está en crisis. Es natural que pase, en todo este tiempo si ha habido un partido que ha tenido que repensarse las cosas es el PRD. No creo que a los 602,112 inscritos les interese mucho lo que esté sucediendo en las altas esferas, ellos están por otra cosa. Tampoco creo que al país le importe mucho que el PRD quiera purgarse, también está por otra cosa. Sin embargo, como es el partido gobernante deberíamos interesarnos todos, el no hacerlo juega a favor de los que hoy están tirando su línea allá dentro.
Llegar a gobernar le costó mucho al PRD, venían de estar 10 años sin conocer la victoria electoral. Su eslogan de campaña Uniendo Fuerzas se quedó en eso, ganaron las elecciones, pero dentro del partido las fuerzas antagónicas se resistían al mensaje velado, Uniendo -mis- Fuerzas. De ahí que, pasados casi dos años de gobierno, en el PRD no estén las cosas definidas. Para el que no quiera entender, está bien, no lo culpo, la sociedad no cree en los políticos, eso debe extenderse entonces a los partidos también. Las cosas en el PRD no están claras desde antes de las elecciones. Pero ganaron.
Antes de las elecciones había un fuerte diferendo, el partido estaba dividido, y eso de cara al torneo electoral que se venía encima no se podía permitir. Entonces por el bien de todos y para acabar con la sequía, guardaron las dagas. Había de todo, en política tú podrás decir lo que quieras, pero señalar a alguien de traidor, es convertirlo en una estatua de sal. Eso era lo que se oía, entre otras cosas, pero con Uniendo Fuerzas, la bandera alcanzó para cubrir la discordia. En las elecciones de 2019, el partido nacido el 11 de marzo de 1979, 40 años después de su fundación, gana.
La oferta PRD logró la victoria, pero por un margen muy estrecho, a lo interno era lógico que se le levantaran voces: algo no se hizo bien. El pensar en la derrota era materia de estudio de los teóricos, un escenario así para el PRD hubiese sido lapidario. Mientras unos celebraban, otros se hacían muchas preguntas. Cómo era posible que la fuerza política más grande del país después de 10 años de estar, literalmente, “acuartelado” por nada estuvo a punto de volver a las barracas. Por los porcentajes se entiende que el PRD en su mayoría votó PRD, pero el pueblo ya había dejado de conformarse con ser su peón. Algo malo estaba pasando.
Todas las convocatorias a elecciones generales ganadas por el PRD, desde que se creó hasta la fecha: Nicolás Ardito Barletta (1984), ganó con el 46.98%, apoyado por 175,722 votos PRD; Ernesto Pérez Balladares (1994), ganó con el 33.3%, apoyado por 326,095 votos PRD; Martín Torrijos (2004), ganó con el 47.44%, apoyado por 649,157 votos PRD y Laurentino Cortizo (2019); ganó con el 33.4%, apoyado por 609,638 votos PRD, dejan una interesante lectura, el PRD se apellida Torrijos. Las elecciones de 2019 dieron fin a la espera, y al convencimiento de que el hijo de Omar, su muy pensado PRD, por muy poco, seguía vivo.
Hay que tener memoria para hablar del PRD. Hoy que se está delineando su futuro podrían estar cometiendo los mismos errores de hace más de 30 años. Torrijos bien hubiera podido vivir sin el PRD, pero ¿habría podido vivir el PRD sin Torrijos? Todos los que han tenido que salir a pedir votos para el PRD, ganadores como perdedores, caminaron y tocaron puertas sacando el “santo” a pasear. Hecho el milagro, volvió el muñeco a su cajeta. Y eso es lo que se le critica al partido, lo mismo que hizo Manuel Antonio Noriega, acordarse de Omar solo cuando el aire se le estaba acabando. Después de la invasión Pérez Balladares se echó el partido al lomo, luego llegó a ser presidente, nadie daba crédito a ese prodigio. En 1994 el Toro había logrado en cinco años devolverle el poder al partido de Omar. En 1984 había “ganado” el PRD de Noriega, nadie se acordaba del General, había un PRD al servicio de Noriega, entonces no se podía hablar del torrijismo, hasta el día que se vio con la última bala. Por supervivencia, ese recurso le sería útil, la memoria de Omar.
El PRD históricamente ha estado relacionado con las causas sociales, es su esencia, forma parte de la Internacional Socialista, organización que aglutina a todos los partidos de izquierda del mundo. Es centrista, a pesar de etiquetarse como un partido de centroizquierda es consecuente con eso de ni con la izquierda ni con la derecha, un partido en medio de todo y de nada. De ser el brazo político de los militares, pasó a ser el más demócrata y progresista de la plaza. Y en respeto a la apertura y pluralidad de ideas se avoca hoy a eso que llaman en política renovación de cuadros. Dirían otros, purga. Hay que renovar el partido, lo próximo la siempre disputada elección de delegados. El Congreso Nacional de Delegados es la máxima autoridad del partido, quien tenga la mayor representación en esa cámara hará suyo el control futuro del gobernante PRD. Las bases escogen a los delegados que formarán el Congreso, y este escoge a la dirigencia del partido. Por eso, desde ya, la pugna de los aspirantes a delegados por cada voto de los 602,112 miembros del PRD no tendrá desperdicio. Eso sí, las fuerzas aliadas al Ejecutivo tienen ventaja, juegan de local.
El PRD está dividido, hay dos fuertes corrientes, no de ahora, desde hace varios periodos. El tricolor se ha ido desgarrando. Lejos quedó esa camisa que el Toro hizo famosa en su campaña, de rojo, blanco y azul, cohesión era el mensaje detrás del “Pueblo al poder”. Partidos paquidérmicos como el PRD tienen la piel muy sensible, son grandes pero se asustan con nada. Los trapos sucios les espantan. Las diferencias han llegado al tope y los trapos se acumulan. Un PRD dividido no podrá avanzar mucho. Hoy el partido debe tomar un camino. De qué color será esa bandera: rojo de la “tendencia”, blanco “manso” o azul, como aquella “ola”. ¿Seguirá siendo torrijista el partido de Omar? O se consolidará un movimiento disidente que lo debilite. ¿Cómo les dirán?, desertores. Traidores. Si el PRD se divide quedará herido de muerte, pero el torrijismo seguirá campante. ¿Habrá llegado el PRD al tope de la raíz? Los que lleguen a dirigir el partido tendrán que decidir o, lo que las bases esperan, definirse. Si están con la derecha o con la izquierda, o con Panamá.