Se necesitan conductores concentrados y sobrios

¿Quién se atreve a conducir bajo los efectos del alcohol? Parece mentira pero una conducta tan peligrosa todavía se practica sin importar las consecuencias. Quien lo hace cree que no le va a pasar nada y que sus sentidos funcionan igual. Lo cierto es que muchos siniestros (atropellos o colisiones) terminan con muertos, heridos o daños considerables por culpa de algún conductor que maneja bajo los efectos del alcohol o las drogas.

En ese estado un conductor no piensa igual.  El alcohol es una sustancia que reduce la función del cerebro, afectando el pensamiento, el razonamiento y la coordinación muscular. El consumo de alcohol, incluso en cantidades relativamente pequeñas aumenta el riesgo de verse involucrado en sinestros viales, advierte la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Incentiva, además, a otros comportamientos de riesgo (exceder la velocidad o no utilizar el cinturón de seguridad).

La OPS ha calculado que el riesgo de sufrir un siniestro mortal es 17 veces mayor para una persona que conduce bajo los efectos del alcohol que para una persona sobria.  Utilizar un dispositivo móvil es una distracción que no debe combinarse con el manejo de un automóvil.

Para eliminar esos hábitos debemos hacer mucho más en prevención. Se necesita una campaña a través de los medios y redes sociales, establecer programas educativos y suscribir alianzas con diferentes fundaciones, universidades y grupos organizados. La seguridad vial no es un tema secundario y nos debe unir a todos.

Buscando un efecto disuasivo, un proyecto de ley acaba de ser aprobado en tercer debate y espera sanción presidencial. La intención es endurecer el castigo para quienes manejen con alcohol, drogas o utilizando un celular, y provoquen la muerte en un hecho de tránsito. Hasta 12 años podría estar preso una persona por ocasionar víctimas en esas circunstancias.

Una motivación para esta iniciativa es la frustración que crea en la opinión pública cuando se sabe que un conductor bajo los efectos del alcohol circula libremente, mientras los familiares despiden a una víctima inocente o una persona queda lesionada.

La OPS ha calculado que el riesgo de sufrir un siniestro mortal es 17 veces mayor para una persona que conduce bajo los efectos del alcohol que para una persona sobria. Utilizar un dispositivo móvil es una distracción que no debe combinarse con el manejo de un automóvil.

Es una agravante, si se convierte en Ley, cuando un atropello o colisión lo provoca una persona que conduce un vehículo “bajo los efectos de las bebidas alcohólicas, alucinógenas o sustancias que de cualquier forma sean alteradoras de sus facultades psíquicas o fisiológicas”.

Se está modificando el artículo 133 del Código Penal para, además, establecer que la pena de cinco hasta ocho años se aumentará hasta en dos terceras partes. Se considerará, por ejemplo, si el suceso ocurre por omisión a alguna medida del reglamento del tránsito.

Quien culposamente cause la muerte de otro utilizando un teléfono celular o cualquier otro aparato de comunicación también será una agravante. Adicionalmente, se impondrá la suspensión de la licencia por igual término de la pena.

No todos los conductores tienen la misma responsabilidad. No es lo mismo manejar un vehículo particular o estar a cargo de un transporte público, colectivo o selectivo. Se considerará un agravante si estos últimos conductores violan la norma de tránsito. Lo mismo cuando el hecho ocurra por omisión o negligencia de las personas a quienes recaiga la obligación de garantizar las medidas de seguridad para los trabajadores y transeúntes en las áreas de construcción.

La aplicación de las sanciones incluyen no sólo a los accidentes en las calles, sino que se puede aplicar a los involucrados en accidentes aéreos o marítimos. Estar bajo los efectos del alcohol será una agravante que adicionará hasta la mitad de la pena. Lo cual podría tener un castigo, si hay muertos en el accidente, hasta 12 años de cárcel. Aquellos infractores que lesionen a una persona y le produzcan incapacidad por más de 60 días podrían ser sancionados con penas de prisión de cuatro a ocho años.

Esperamos que efectivamente el temor a todos estos castigos haga reaccionar y desistir a los conductores en conductas peligrosas para sí mismos y los demás, especialmente cuando los afectados son los más vulnerables (peatones, ciclistas y motociclistas).  Muchas veces ellos son los que sufren las consecuencias negativas del conductor que maneja bajo los efectos del alcohol.

Sabemos que una ley no es suficiente para producir cambios en la sociedad. Se requiere divulgarla, promoverla y explicarla para que sea conocida por todos los conductores. Además, es bueno considerar lo que señala la OPS de habilitar sitios de control del estado de sobriedad de los conductores y realizar pruebas aleatorias de aire espirado, con el fin de que los conductores estén alerta y perciban que pueden ser detectados.

La experiencia demuestra que el comportamiento no se modifica mediante estímulos positivos o educación únicamente. Es esencial que la policía haga cumplir la ley para reforzar los cambios de hábitos en relación con la conducción bajo los efectos del alcohol.

Esperamos que pronto se termine la pandemia y se suspendan las restricciones y los toques de queda. El riesgo es que proliferen las fiestas y reuniones en bares y discotecas, y se intensifique el manejo irresponsable. Se debiera pensar en los programas del “conductor designado”, para un transporte sin riesgo para los demás. Al igual que programas de servicio de transporte para trasladar a las personas ebrias durante las noches que, sin ese servicio, conducirían sus propios vehículos.

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