“En la Puerta del Sol
Como el año que fue
Otra vez el champagne y las uvas y el alquitrán
De alfombra están. (…)
Y en el reloj de antaño, como de año en año
Cinco minutos más para la cuenta atrás
Hacemos el balance de lo bueno y malo
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.
(…)
Y aunque para las uvas hay algunos nuevos
A los que ya no están echaremos de menos
Y a ver si espabilamos los que estamos vivos
Y en el año que viene nos reímos
(…)”
Al ritmo de esta canción del grupo español Mecano millones de españoles esperaron, un año más, a que el reloj de la Puerta del Sol, donado por el relojero leonés José Rodríguez Losada, diera las doce campanadas para, a sus golpes, ir comiendo, una a una las doce uvas que marcan el paso hacia el nuevo año.
Comer las doce uvas es la tradición de Nochevieja más extendida en España, y la costumbre dice que no se debe dejar de comer ninguna ni atragantarse para no atraer con ello a la mala suerte.
Pero hay muchísimas más supersticiones a lo largo y ancho del globo que nos ayudarán a entrar en el Año Nuevo sin sobresaltos. Hoy, en La Historia Habla, vamos a repasar las más conocidas en Latinoamérica.
El principal consejo que les dan a los que en el nuevo año quieran atraer el amor en usar, durante la Nochevieja ropa interior nueva de color rojo. El rojo, como todos sabemos es el color de la pasión y de la energía, qué mejor tono para ponernos a tono.
Otro ritual de Nochevieja relacionado con la ropa interior es ponérsela al revés durante las últimas horas del año saliente y luego, cuando llegue el año nuevo colocarla como debe ser, de este modo, además de espantar a las brujas, podrás tener los clósets llenos de ropa nueva durante todo el año que viene.
No solo se debe salir de la cama cada día pisando con el pie derecho, sino que también es recomendable empezar el año con ese mismo pie. Los más supersticiosos insisten en que debes empezar el año apoyando solo ese pie en el suelo. Ahora bien, si lo que deseas, después de tantos meses de encierro, es viajar, deberás entrar en el nuevo año con ambos pies en el aire y si tienes una maleta preparada y después de las campanadas te das una vuelta a la casa arrastrándola, mucho mejor. Aunque algunos afirman que con dejarlas hechas al lado de la puerta durante toda la noche del 31 de diciembre basta.
Muchas personas abren de par en par todas las ventanas y las puertas de sus casas justo antes del cambio de año, para que, junto con los últimos remanentes del año se vaya también toda la mala suerte que pueda haber en los rincones.
Mientras que, para atraer la riqueza, los que brindan con champán en el tránsito entre años, suelen dejar caer en la copa un objeto de oro, supuestamente el oro contagiará al líquido dorado y nos beberemos esas buenas vibras que nos aprovecharán los siguientes doce meses. Tan solo hay que tener cuidado de no atragantarse con la joya.
Una tradición muy extendida en Latinoamérica y que se repite cada año en el interior de nuestro país es la de la quema del año viejo. Los monigotes que podemos contemplar en las últimas semanas de cada año a ambos lados de la carretera interamericana enlazan con esa tradición de quemar lo malo del año anterior. Este año se quemó el Covid-19, ojalá haya hecho efecto.
Los mexicanos barren la casa para espantar todo lo malo del año pasado mientras que los puertorriqueños, justo a las doce de la noche, llenan baldes y platones con agua y la arrojan hacia afuera de las casas por las puertas y las ventanas para librarse de los problemas.
Y, como hemos empezado esta historia con una canción, vamos a finalizarla con otra canción, ya que recitar o cantar a voz en grito El Brindis del Bohemio, de Guillermo Aguirre y Fierro es otra de las tradiciones de Nochevieja más queridas:
“En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
(…)
A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del Feliz Año Nuevo…
Una voz varonil dijo de pronto:
Las doce, compañeros;
Digamos el requiéscat por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos…
Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
(…)
¡Bravo!, dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
(…)
Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía…
Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.
(…)
Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.
Sólo faltaba un brindis, el de Arturo.
El del bohemio puro,
(…)
Brindo por la mujer, mas no por ésa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
(…)
Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos,
uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi madre!, bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
(…)
El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura”.
Y con ese brindis sentido empezamos el año en La Historia Habla deseando que sea feliz y venturoso y que todos podamos pronto reencontrarnos, sanos y salvos, con los que amamos.