Según estimaciones del Banco Mundial, antes del inicio de la pandemia, Panamá era el tercer país más desigual de América Latina y el Caribe, superado únicamente por Brasil y Honduras: esto muy a pesar de que entre el año 2004 y el 2018 la economía del país creciera a un ritmo de 7% frente al 3.3% del resto del continente.
Luego de nueve meses de pandemia hay mucho que lamentar, muchas circunstancias difíciles que enfrentar para reencauzar a la nación. Pero, también, muchos aspectos que, obligados por el coronavirus, tuvimos que asumir y aprender para mantenernos a flote en medio de la pesadilla sanitaria. La educación online y el comercio electrónico, por ejemplo.
Los educadores y los estudiantes se encontraron forzados a desempeñarse dentro de un nuevo paradigma para continuar con el proceso de enseñanza y aprendizaje; un nuevo proceso educativo en torno a una pantalla digital. No ha resultado fácil para ninguna de las partes, pero- ante la proximidad de la vacuna y la posible remisión de la pandemia- no debemos considerar volver al pasado reciente, mas bien hemos de aprovechar el impulso inicial obligado y desarrollar las posibilidades que la tecnología nos confiere en este y otros muchos aspectos de la vida nacional.
Las estimaciones de organismos internacionales apuntan a que en América Latina y el Caribe contamos con cerca de 20.8 millones de ninis- jóvenes entre 15 y 24 años que no están matriculados en la educación formal-. En Panamá la cifra se calcula entre los 119 mil y los 240 mil. Demasiado potencial desperdiciado por distintas razones de orden social y económico.
En un mundo de escuelas y universidades en línea, de webinarios y cursos online, es momento de plantearnos nuevas opciones educativas que ayuden a rescatar a esta masa de jóvenes que hoy pulula sin esperanzas en nuestras ciudades. Opciones como los bootcamps- cursos entre 12 y 24 semanas- donde reciben formación intensiva en áreas como la programación, ciencia de datos, diseño web y ciberseguridad que, entre otras carreras, crecen en demanda en medio de la revolución tecnológica en la cual estamos sumergidos.
La economía digital, impuesta abruptamente por la pandemia del covid-19, es aquella que se desarrolla alrededor de la internet para la producción y comercialización de productos y servicios. Está sustentada por el uso intensivo de las tecnologías de la información y comunicación y en ella el conocimiento es un valor fundamental. Este campo representa una extraordinaria oportunidad para reinsertar a este ejército juvenil, previa formación del mismo.
Para el 2025 se estima que la economía digital alcance un valor de 23 billones de dólares, lo que representará el 24.3% del PIB mundial. No dejemos caer en saco roto algunas de las lecciones aprendidas en estos nueve últimos meses: construyamos estrategias educativas que permitan rescatar a esa masa de ninis criollos y que les pongan en el camino de desarrollar las habilidades y talentos que el futuro laboral reclama. Por el bienestar de esa juventud y del país, esa es una de las urgentes tareas a desarrollar.