En estos días la televisión española y de redes sociales han presentado imágenes de niños en los campamentos saharauis de Tinduf, en territorio de Argelia, vistiendo uniforme militar, con tutores que los obligan a gritar consignas y a manifestarse en favor de una guerra ficticia contra Marruecos.
Los mostraron manipulando armas de fuego y recibiendo instrucciones en las técnicas terroristas empleadas por las milicias del Estado Islámico, como simulacros de fusilamientos y decapitación de supuestos enemigos. Niños saharauis desfilando con fusiles y alistándose para una guerra que, aunque es inexistente, resulta lesivo para la dignidad humana.
La Unicef define a un niño soldado como cualquier persona de menos de 18 años que es obligado a integrar un grupo armado regular o irregular, habiendo o no un conflicto armado.
“Los niños serán objeto de un respeto especial y serán protegidos contra cualquier forma de asalto indecente”, especifica la Convención de Ginebra sobre la protección de civiles en caso de guerra. Prohíbe su reclutamiento en fuerzas armadas y la participación en hostilidades. Pero como el Polisario no es un estado, hace caso omiso a cualquier protocolo internacional sobre las normas referente a los niños obligados a involucrarse en conflictos bélicos ficticios o reales.
En febrero pasado la organización no gubernamental Child Soldiers International, en coincidencia con el Día Internacional contra el Uso de Niños Soldados, denunció el reclutamiento de niños por parte de la guerrilla del Polisario. «Es fundamental que el mundo no se haga la vista gorda ante este abuso continuo”, urgió en ese momento la directora de la organización, Isabelle Guitard.
Sin embargo, la guerrilla del Polisario continua con su relato guerrerista. Miles de niños han nacido y crecido en los campamentos de Tinduf, controlados por el ejército de Argelia y cuyos padres son retenidos contra su voluntad por las milicias del Polisario. Son manipulados con el objetivo de enardecerlos para la guerra.
Esos niños y jóvenes se encuentran atrapados sin futuro, con sus ansias y aspiraciones frustradas. No se han educado para la paz sino para la guerra. Se han desarrollado en un ambiente ideológico y totalitario.
Crímenes de lesa humanidad
Han sido obligados a abrevar en la ciénaga contaminada de la violencia. Una violencia que los líderes del Polisario, como Brahim Ghali, han impuesto con terror, tortura y represión hacia sus propios congéneres saharauis. Ghali tiene pendientes juicios ante la justicia de España por crímenes de lesa humanidad.
Todo se reduce, finalmente, a que las condiciones inhumanas en los campos de Tinduf son gestionadas unilateralmente por la cúpula de la guerrilla del Polisario, que se arroga todas las prerrogativas para someter a su antojo a los refugiados.
En los campamentos de Tinduf, los niños y jóvenes no han tenido ejemplos que les permitan vivir en paz, menos aprender a dialogar en un ambiente de sosiego para alcanzar futuras perspectivas de armonía y gestar alternativas pacificadoras.
“Es triste y doloroso ver jóvenes, casi niños, armados y cubiertos de polvo como si salieran de alguna película de horror. Esa juventud es víctima de todos y más de los que la manipulan, los que la utilizan eternamente para conseguir objetivos muchas veces narcisistas y personales, en un mundo globalizado y frágil y cada vez más entremezclado”, escribió la semana pasada el poeta saharaui, Bachir Edkhil, en el rotativo español Diario 16.
Edkhil criticó a “la vitalicia dirección del Frente Polisario, sostenida por los militares argelinos que no se renueva ni en sus métodos, ni evoluciona, y se mantiene con el mismo pensamiento de la época de la Guerra Fría”. Para calmar la situación, añadió, echan mano de la violencia como una salida posible al impase, a la apología de la guerra como rescate.
“Se olvidan los problemas y se pide la guerra. Una guerra unilateral y desesperada, desaprobada por toda la comunidad internacional, inclusive por Argelia, el principal valedor del Polisario”, precisó. “Es más guerra de redes sociales que guerra efectiva”, resaltó.
Sin embargo, la guerrilla del Polisario sigue propagando videos y fotografías, en un claro intento por tergiversar los acontecimientos con informaciones falsas, con la mirada puesta en sus jefes de Argel porque es allí donde se analiza si continúa o no el apoyo que necesitan. Es una cuestión que comienza a significar un lastre para Argelia por su elevado costo económico, político y diplomático.
Apuesta por la paz
La realidad es que una guerra unilateral en el Sahara, es imposible. Además, como lo interpretan los analistas, para Argelia la vía pacífica es menos costosa, más viable y rentable para alcanzar objetivos de solución que puedan beneficiar a todos los involucrados en un diferendo interminable.
En el plano internacional, el Polisario está cada vez más aislado, porque los gobiernos que antes lo apoyaban ya no se rigen por ideologías sino por el pragmatismo que garantiza sus intereses.
Simultáneamente, varios grupos de saharauis autóctonos trabajan por la reunificación y en la búsqueda de una solución pacífica y estable que permita el desarrollo sostenible de las provincias del Sahara bajo la amplia autonomía que ha puesto en marcha el rey Mohamed VI.
Recientemente, el Grupo de Apoyo Internacional para la Reunificación Saharaui emitió un comunicado exigiendo a la guerrilla del Polisario abandonar la vía del enfrentamiento armado y participar, de forma inmediata y activa, en la búsqueda del mejor futuro posible. Esa organización está integrada por personalidades de Brasil, España, Estados Unidos, Inglaterra, Portugal y Rusia, entre otros países.
El portavoz del grupo, el pacifista español Pedro Ignacio Altamirano, dijo que “los más de 40 años de conflicto bélico y de sufrimiento de los saharauis en los campamentos de Tinduf, coloca al Polisario en una situación de derrota en todos los ámbitos, al haberse quedado sin apoyo internacional significativo y sin capacidad militar alguna para soportar ningún tipo de enfrentamiento”.
Esa posición es respaldada por el Movimiento Saharaui por la Paz, que propuso que la guerrilla del Polisario debería convertirse en una alternativa política y terminar con el diferendo. Planteó como primer y buen punto de partida, la propuesta de autonomía regional para el Sahara presentada por el rey Mohamed VI en el 2007 ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Bajo esa propuesta autonómica, actualmente hay más de 1,600 líderes saharauis que ha sido electos para diferentes cargos públicos en las provincias del sur del Sahara marroquí y existen unas 3,500 asociaciones activas –algunas afines al Polisario-, lo que demuestra que los saharauis pueden organizarse en libertad y dentro de una convivencia plural. Algo que les resulta impensable e imposible bajo la represión de la que son víctimas en los campamentos de refugiados de Tinduf.