Escuela de héroes

Con este singular título, quiero iniciar este artículo destacando lo que nos trae el mes de noviembre a resaltar nuestros valores nacionalistas, de libertad, de lucha, de independencia, de soberanía. Tan importantes como lo que representa el 9 de enero de 1964, la Construcción del Canal de Panamá, la devolución de las tierras panameñas a su titular natural, los actos previos y posteriores a ello y muchos otros hitos históricos de obligatoria recordación, para todo individuo que nació en esta “S” acostada que representa nuestra República.

A lo largo del tiempo hemos podido ver como gradualmente y por hechos naturales la voz de los historiadores patrios se ha ido apagando, por su avanzada edad en algunos casos por un lado, mientras que por el otro el poco interés ciudadano los ha llevado a dimitir en ese trabajo sin precedentes que representa mantener viva nuestra historia como lo hace un orfebre al construir la más preciada joya, su más preciado tesoro.

La nueva Era tecnológica ha dejado en el olvido los aspectos más importantes de toda nación, y es su historia. Recurrentemente escucho a muchos padres decir para qué llenar de hechos, fechas, detalles geográficos si no le servirán en la vida a mi hijo o hija. Muy simple, tendrá la utilidad que tiene en cada núcleo familiar ¿quiénes son nuestros abuelos? ¿de dónde vienen? ¿cómo se conocieron?, reafirma nuestra identidad y nuestros orígenes dentro de la familia.

Son esos importantes datos, que para algunos no tienen valor los que nos hacen diferentes a los demás. No podemos avanzar como país, sin tener claros los puntos de partida.

En Panamá, la materia curricular de “Relaciones entre Panamá y Estados Unidos”, que era una asignatura independiente, fue considerada como “un componente integral de la historia misma del país”, “dividiendo la historia en cuatro etapas: la prehispánica, la hispánica, de unión a Colombia, y republicana” como sostiene la exministra de educación Lucy Molinar en su libro el Silencio de los Buenos, en la página 226, publicada el 17 de abril de 2018, en los talleres de editorial Nomos, S.A. en Bogotá Colombia, obra que contó con 3,000 ejemplares.

Posición que respeto y que entiendo buscaba aglutinar cronológicamente los estadios que enfrentamos históricamente, pero en lo personal no comparto los criterios que fundamentaron esa fusión. Debido a la existencia de una tradición histórica propia de nuestra relación con el pueblo norteamericano, que fue profunda, inclusive sigue vigente hasta nuestros días, al punto que se celebró el torneo electoral de la Primera Potencia del Mundo, el cual es seguido de cerca por el impacto que pudiera traer la permanencia o no del inquilino de la Casa Blanca, para los países del Planeta, y el desarrollo de sus políticas internacionales.

Con todo esto, quiero expresar públicamente la necesidad que tiene el país de retomar y frenar este error histórico de pretender abolir la historia, y en cambio, brindarle dinamismo a este tema creando un instituto o una escuela de héroes, que sea dirigida por personas intelectuales independientemente de su posición política, que desarrolle planes que motiven el estudio de los hechos que permitieron nuestro nacimiento como República hasta nuestros días. Con recursos propios, que produzca la lectura, la redacción de libros, de artículos, ensayos, de concursos que sean obligatorios para todos los estudiantes, e inclusive la población en general.

Las asignaturas brindadas en los centros de enseñanza, son atendidas con poca rigurosidad e importancia. Pero a los extranjeros que aspiran a adquirir nuestra nacionalidad, se les somete a exámenes de conocimientos generales, sobre el país donde pretender tener un arraigo permanente.

Me atrevería a sugerir que ese nuevo instituto o escuela de héroes, podría suscribir convenios con el Ministerio de educación, con Universidades, porque la historia no es negociable en ningún lugar del mundo. En otras latitudes representa un tesoro de hechos y tradiciones que respaldan el patrimonio de un país.

Cuando viajamos a otros lugares, podemos ver a niños de esos países quienes dominan la historia de los sitios que se visitan y se convierten en guías turísticos muchos de ellos.

Panamá entregó la condecoración como héroes de la nacionalidad a los estudiantes que participaron en la gesta del 9 de enero de 1964, y se creó la Ley 163 de 10 septiembre de 2020, publicada en la Gaceta Oficial No. 29110-A, de jueves 10 de septiembre de 2020, “Por la cual se establece beneficios en reconocimiento a los héroes sobrevivientes y familiares de estos y de los mártires de la gesta heroica de enero de 1964” https://bit.ly/3mStNJY en un claro y merecido reconocimiento incuestionable, por la participación que desempeñaron en esos hechos ocurridos en esa época.

Así como ellos, podemos ir forjando nuevas figuras que sean los titanes que defiendan nuestra historia para que no muera o desaparezca por la apatía y el desinterés ciudadano y gubernamental.

El Estado panameño debe considerar la posibilidad que estos ciudadanos, que participaron y escribieron la historia puedan aportar sus experiencias y compilarlas en documentos digitales que puedan ser compartidos y consultados por las presentes y futuras generaciones, por nacionales y extranjeros, que deberían ser atesorados en cada instalación diplomática donde Panamá esté presente a lo largo y ancho del mundo.

Estos héroes, igual que los historiadores, y mentes brillantes podrían trabajar en común en ese objetivo, rescatar nuestra identidad.

Un ejemplo palpable, es cuando antes se tocaba el himno nacional al izar y descender la bandera, nos deteníamos por la solemnidad y seriedad que ello representa, en señal de respeto al símbolo patrio.

No podemos delegar de manera absoluta en los maestros y profesores, la educación básica que es responsabilidad de los padres de familia. Los niños acuden a la escuela conocimiento básico de casa que luego es moldeada y utilizado con el nuevo que le transmiten los maestros y profesores, para tornar a los futuros lideres y buenos ciudadanos de nuestro país, porque representan el futuro.

No espero, ni pretendo avivar el odio por los hechos históricos que vivimos a lo largo de nuestra vida como nación, ni el rechazo a nadie, lo que deseo es despertar el deber que tiene esta generación con la que viene y así en lo sucesivo, pues nuestra Patria muere con el olvido, y con la ausencia producto del desconocimiento de esos sucesos que dieron vida a nuestra identidad, y a un territorio que lleva como nombre Panamá.

 

Exvicepresidente del Colegio Nacional de Abogados, Vocero Presidencial 2004-2009, Directivo de la Academia Panameña de Derecho Administrativo.

 

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