Corría 1923 y, como era usual, los miembros del Club Rotario de Panamá, integrado por profesionales, líderes empresariales y otros hombres meritorios de la más alta ética en sus respectivos campos, acostumbraban a reunirse y almorzar cada jueves del año en los salones del Hotel Central en esta ciudad. Sin embargo, la reunión y el almuerzo que los miembros del club sostuvieron el jueves 6 de septiembre fue distinta a las que estaban acostumbrados.
Ese día, los miembros del Club Rotario agasajaban a tres invitados muy especiales: Luis Alberto Sánchez Sánchez, periodista, escritor, abogado, historiador, crítico literario y político peruano. Destacado líder del Partido Aprista Peruano (APRA), que luego ocupó la Primera Vicepresidencia del Perú y también importantes cargos públicos en la vida nacional de ese país. Fue Senador y Presidente de la Cámara Alta del Perú; y, en tres oportunidades, Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Los acompañaban los brillantes periodistas, también peruanos, Carlos Aramburu Salinas y Alejandro Belaunde González.
Se encontraban de visita en nuestro país en un periplo periodístico que los llevaba por los países sudamericanos por los que Simón Bolívar transitó, para encontrarse con gran parte del escenario americano en el que se suscitó la gesta bolivariana. Un peregrinaje de cuya crónica Luis Alberto Sánchez Sánchez escribiría su histórica obra Sobre las Huellas del Libertador, la cual publicó en Lima, Perú, en 1925. Además, Perú se preparaba para conmemorar, con pompa inusitada en diciembre del año siguiente, el Primer Centenario de la Batalla de Ayacucho, gesta que selló la libertad del Continente. Los tres prestigiosos periodistas eran huéspedes de nuestro país como precursores de esta magna celebración.
Estaba ya lleno el comedor y cuando comenzaba la reunión, tanto los importantes invitados como los comensales presentes quedaron sorprendidos al escuchar al Secretario dar lectura del acta de la reunión anterior; sin embargo, no había ninguna persona en el podio hablando. La voz fantasmal parecía venir estruendosa desde el techo o de las paredes del salón.
Fue, quizás, la primera demostración pública que se hizo en la historia de nuestro país de un nuevo invento que apenas llevaba dos años revolucionado la humanidad: la radio. El Presidente del Panama Radio Club, Richard D. Prescott, uno de los más entusiastas y valiosos miembros con que contaba el Club Rotario, había instalado, en toda una esquina del comedor, un aparato de radio y una enorme bocina que permitía escuchar a todos los concurrentes. También había extendido una enorme antena en el frente del Hotel Central la que subía hasta el asta de la bandera en el techo del edificio.
El señor Prescott salió a explicar a los muy sorprendidos asistentes los detalles del aparato de radio y de su operación. Hay que recordar que para ese entonces la República de Panamá vivía la opresión radiotelegráfica norteamericana a la que se oponían muchos panameños, entre ellos los señores Albert Jesurun Lindo, Fabricio De Alba Briceño y Ora Miller, todos ellos también miembros influyentes del Club Rotario.
Los concurrentes pudieron escuchar durante el almuerzo amena música y algunas conversaciones que se transmitían desde diferentes estaciones inalámbricas ubicadas en lugares tan distantes como Washington. “Se pudo también escuchar muy claramente la voz de Harry Lander, pues la estación radiotelegráfica de la Compañía Frutera de Bocas del Toro estaba en esos momentos en comunicación con Nueva Orleáns,” narra el Diario de Panamá en su edición del viernes 7 de septiembre de 1923.
Los Rotarios y sus ilustres invitados entonaron, entonces, varias canciones para amenizar más el acto y la alegría fue la nota predominante en esta sesión que revistió la mayor fascinación. Incluso uno de los huéspedes de honor, el periodista Carlos Aramburu Salinas, pronunció un corto y expresivo discurso que arrancó los aplausos de los concurrentes.
Solo dos días duró la visita de tan distinguidos visitantes, pues partieron hacia el Ecuador el 8 de septiembre llevándose consigo un mensaje de simpatía tanto de la Municipalidad como del gremio de periodistas panameños. Pero… también se llevaron consigo el grato recuerdo de una extraordinaria e histórica reunión del Club Rotario de Panamá.
Pensamos que se trataba de Sir Harry Lauder, un cantante, humorista y artista de music hall y vodevil escocés, muy popular en esa época.