Piratería moderna por insumos para combatir el COVID-19

Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró una pandemia por el COVID-19, la pelea de los países afectados no ha sido solo contra el virus, algunos también deben pelear por los insumos médicos, especialmente las naciones más chicas, con menos recursos, en lo que sería una lucha de David contra Goliat. Pero hay sus excepciones.

Panamá, a pesar de tener una de las mejores economías de la región, se convirtió en una víctima más de esta pelea. Un David, representado por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se apoderó de un embarque de kits de extracción de ARN, que tenía como destino final nuestro país, pero que una vez llegó a El Salvador fue confiscado por el mandatario de ese país, alegando «yo me lo quedo porque lo necesito».

La información fue dada a conocer por el director del Instituto Conmemorativo Gorgas, Juan Miguel Pascale, durante su comparecencia ante la Comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo Social de la Asamblea Nacional.

Allí Pascale aseguró que todos la lucha por los insumos médicos es feroz. Una afirmación que ya han hecho varios de las cabezas de equipo que trabajan para contener el virus en los países de América Latina, quien lleva las de perder en esta pelea contra gigantes.

Al mejor postor 

Hace un mes, los medios internacionales reportaban la noticia: Un avión que Canadá envió a China para recoger equipo médico que ya habían comprado regresaba vacío. La razón: alguien había pagado tres veces el precio original por obtener esos equipos.

Estados Unidos se había convertido por esos días en un gánster. Sin pudor, Donald Trump había enviado 23 aviones de carga más grandes para recoger un material que inicialmente había sido comprado por Brasil. Lo mismo hicieron con Francia: un avión con equipo médico y 60 millones de mascarillas secuestrado por agentes estadounidenses. La estrategia de Trump por hacer que los insumos médicos sean exclusivamente para los ciudadanos estadounidense incluyó ordenar a la empresa 3M, poner fin a la exportación de mascarillas a Canadá y al resto de América. La empresa se negó y entró en una disputa en la que al final, Trump accedió a permitir a la empresa seguir exportando material.

Al igual que Estados Unidos, Israel y Turquía bloquearon la exportación de los equipos médicos, España sufrió las consecuencias de la decisión de ambas naciones. Israel le retuvo 30 respiradores; Turquía 150. Hubo muchas negociaciones antes que las naciones accedieran a enviar el equipo que ya había sido pagado previamente.

Pero como en pelea de gigantes los pequeños salen perdiendo, son América Latina y África las regiones que más padecen por estas viejas prácticas de piratería.

Chile por ejemplo, tuvo que organizar una operación secreta para evitar que un embarque de suministros contra el COVID-19 fuera decomisado por otras naciones.

En naciones más pobres como Bolivia, han tenido que recurrir a ayuda internacional para conseguir pruebas de COVID-19, medicamentos y demás insumos, y en la medida de lo posible, han empezado a fabricar mascarillas y demás. Mientras que en Argentina, México y Panamá han puesto en marcha la construcción de equipo médico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que las dificultades a nivel mundial  para conseguir equipos de protección personal “están poniendo vidas en riesgo debido a la exposición al nuevo coronavirus y a otras enfermedades infecciosas”, por ello, apeló a la solidaridad en la región como única forma de salir de esta situación.

 

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