El Estado panameño como República, fundada el 3 de noviembre de 1903, vive su periodo más largo de Democracia, la cual fue restaurada como es conocida por todos con el fin de la dictadura militar en diciembre de 1989. De aquel hecho histórico a nuestros días, han transcurrido treinta años (tres décadas), dentro de lo cual el sistema político a funcionado dentro de una normalidad y con altos índices de participación ciudadana en los procesos electorales que se han realizado, de los cuales son seis elecciones generales, tres referéndums.
En comparación a los veintiún años de dictadura, no cabe duda de que el ejercicio pleno de los derechos ciudadanos, la libertad de expresión, de reunión, el derecho del sufragio es mejor que vivir bajo un Estado de miedo y terror. La Democracia es un concepto más amplio, y con diversas aristas desde la óptica y la racionalidad de cada ciudadano. Para vivir en Democracia necesitamos vivir en un Estado de Derecho, Jesús Rodríguez Zepeda en su artículo Estado de Derecho y Democracia, expresa que en esta prevalecer el gobierno de las leyes sobre el arbitrio de los hombres, al tiempo que se reconozcan y garanticen las libertades de los ciudadanos.
En la dinámica del Estado, el gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y los ciudadanos deben mantener una relación directa, la cual se construye en base al respeto de las normas jurídicas (Constitución y Leyes), en derechos y deberes que se ejercen en doble vía. Esa relación debe fundamentarse en clima de confianza.
Ana María Belchior, en su libro Confianza en las Instituciones Políticas, indica, “para los ciudadanos la existencia de la Democracia no parece solo bastar. Los ciudadanos (por lo menos un segmento más informado y escolarizado) claman por más y mejor Democracia. En el caso de Panamá se observa una mayor vigilancia de la sociedad civil en la gestión de los fondos públicos, la presencia de cinco diputados independientes, el rechazo de los jóvenes en especial del intento del actual gobierno de reformar la Constitución a finales de 2019 es un ejemplo local de la exigencia de una mejor Democracia. Belchior también indica que la confianza se encuentra presente en el pensamiento de diversos autores sobre todo a partir del siglo XVII, a propósito de diversos aspectos de la vida en sociedad. Entre los que podemos citar Thomas Hobbes, John Locke, Adam Smith, o Alexis de Tocqueville. Todo ellos con una gran influencia en la formación del Estado moderno. La realidad es que la construcción de nuestras sociedades y la relacione de los ciudadanos en todos los niveles se fundamenta en la confianza que debe existir entre unos y otros.
El gobierno es la expresión de autoridad del Estado, estableciéndose bajo el sistema político bajo un gobierno republicano, representativo, democrático y unitario. El Gobierno tiene la responsabilidad de conducir al país a través de la formulación de políticas públicas de seguridad, salud, educación, cultural, fiscal, bancaria, en fin, de velar por el bienestar de todos los asociados.
En la 1 Encuesta CIEPS 2019 de Ciudadanía y Derechos, el 80.9 de las personas piensan que la mayoría de la gente “pocas veces” o “nunca” es confiable. Y como indicaron las investigadoras Arauz, et, al, apud Bordieu, 1983, “la confianza interpersonal es necesaria para la constitución de capital social, que es el conjunto de recursos que se origina de las redes de relaciones interpersonales.”
Belchior, nos dice que la confianza es definida como una creencia en la probidad moral, en la sinceridad afectiva, de las cualidades profesionales, etc, de otra persona, lo que hace que sea incompatible imaginar un desliz, una traición, una demostración de incompetencia de tu parte. La confianza, por lo tanto, se define semánticamente como un acto de fe en el otro, en la bondad de su conducta.
La Confianza puede analizarse bajo diversas ciencias como psicología, la sociología y las ciencias políticas.
Para Montero, J, Zmerli, S, Newton K, la confianza política supone una evaluación positiva de los atributos más relevantes que hacen a cada institución digna de confianza, como credibilidad, justicia, competencia, transparencia y apertura ante puntos de vistas distintos. La confianza política en una institución conlleva la creencia de que ésta no actuará de una forma arbitraria o discriminatoria que resulte dañina para nuestros intereses o los del país, sino que nos tratará, a nosotros y a los demás ciudadanos, de una forma igualitaria, justa y correcta. En el caso del Estado panameño, poco a poco se ha ido debilitando de manera drástica la confianza de los panameños en sus instituciones democráticas. Hoy en medio de la pandemia hemos visto como paulatinamente por manejos irregulares en los procedimientos de compras excepcionales de ventiladores, la construcción del Hospital Modular, en medio de escándalos de sobrecostos y engaños, han abonado un clima de desconfianza de la ciudadanía, más peligroso en medio de esta crisis sanitaria debido que estos hechos a llevado al gobierno de turno, a suspender las conferencias de prensa, y solo a informar por comunicados de prensa, lo cual es peligro porque se genera un clima temprano de insatisfacción en un gobierno que solamente tiene un año de gestión.
El país necesita reconstruir su tejido social, y la confianza social es fundamental en el fortalecimiento del Estado de Derecho, donde los ciudadanos tenemos que también ser un factor de cambio, juntos todos los panameños podemos construir el país que anhelamos.