La solidaridad del Panamá comarcal que pasó inadvertida

El pasado 28 de abril, un trino de la cuenta oficial del Instituto Panameño Autónomo Cooperativo (IPACOOP) pasó desapercibido para la mayoría de las personas, incluidos los medios de comunicación, ocupados en el acalorado debate público en la red en torno a las compras directas realizadas por el Ministerio de la Presidencia.

El tuit de la institución rectora del cooperativismo panameño informaba, sin entrar en mayores detalles, del “embarque de 10 mil plátanos de un total de 50 mil, que serán puestos a disposición del gobierno a precios accesibles para ser incluidos en las bolsas del Plan Panamá Solidario”.  Un vídeo adjunto al texto, muestra el desembarco del plátano en el puerto de Yaviza, localizado en el Darién invisible y azotado por la deforestación incontrolada de sus bosques.

 

Unos días después, la conversación en esta red social se concentró en por quién tocaron las pailas, y los beneficios o no del acuerdo de moratoria en el pago de créditos bancarios. Ese día, 3 de mayo, un nuevo trino de la institución retomó la información.

Esta vez, se anunció que la Cooperativa de Servicios Múltiples Wounan, de Capetí, donaba los primeros 10 mil plátanos de 50 mil. En el contenido multimedia del tuit, el director y subdirector de la institución, Adolfo Quintero y Edgardo Reyes, respectivamente, entregaban el cargamento, meticulosamente ordenado, al centro de acopio de Panamá Solidario ubicado en el centro de convenciones ATLAPA. Panamá Solidario, es un plan de emergencia y asistencia social impulsado por el gobierno panameño para los afectados por la pandemia, y que consiste en la entrega de un vale de 80 dólares y bolsas de comida, paradójicamente, destinadas al Panamá rural y comarcal. Pero ¿qué relevancia tienen estos tuits en el marco de la emergencia nacional por el virus Cov-Sars-2?

Capetí es una comunidad asentada a orillas del río Tuira, en el distrito de Cémaco de la comarca Emberá-Wounaan, una de las cinco comarcas indígenas creadas a través de leyes que reconocen la estructura política administrativa tradicional, autonomía, identidad y valores históricos culturales, como parte del sistema nacional. A pesar de este avance, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, en su informe Los pueblos indígenas de Panamá: diagnóstico sociodemográfico a partir del censo del 2000, asevera que “una proporción importante de la población indígena panameña (sigue) siga viviendo en una situación de marginación y exclusión social”.

La comarca Emberá Wounaan, localizada en la selvática provincia de Darién, fue conformada por dos áreas distantes entre sí. El distrito comarcal Cémaco, con una superficie de 2.800 km2, que comprende 28 comunidades y el distrito comarcal Sambú, con una superficie de 1.300 km2, con 12 comunidades. Con una población total según el censo de 2010, de 13 mil dieciséis habitantes, la acuñación Emberá – Wounaan se utiliza para referirse a ambos pueblos indígenas de las tierras bajas del Pacífico de Colombia y de Panamá desde mediados del siglo XVI.

Su vida y trabajo convergen a orillas de los ríos que atraviesan la provincia. Particularmente, el río Chucunaque y el Tuira, los dos más largos y caudalosos que tiene el país, alimentados por las cuencas hidrográficas darienitas. Además de ser excelentes artistas con el tallado de la jagua, cuya tinta usan pintar sus rostros y cuerpos; se dedican a la agricultura con la siembra de plátano, arroz, tubérculos y maíz, complementada por la pesca, la caza y recolección como actividades de subsistencia.

En esta comarca, la pobreza es multidimensional. Nueve de cada 10 indígenas son pobres, según un reporte del Ministerio de Desarrollo Social, fechado en enero de este año. Cifras del instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) y del Índice de Pobreza multidimensional (IPM) citadas por este Ministerio, revelaron que en el distrito de Cémaco se registra un 98.4% de pobreza multidimensional, mientras que en Sambú es de 87.5%.

La cooperativa Wounan está conformada por 18 miembros, y estos en un gesto desinteresado, donaron su cosecha para contribuir con las bolsas de comida destinadas para el Panamá rural.  El valor en términos de dólares de los 50 mil plátanos oscila entre 15 mil y 20 mil balboas.  Lo que no se podrá cuantificar es el desprendimiento de estos representantes del país desigualdad, del Panamá de la pobreza multidimensional pero capaz de ceder una de sus fuentes de ingresos, para solidarizarse con quienes confinados por la pandemia Covid-19, se han quedado al igual que muchos, con poco o nada.

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