Isla Bona, ubicada en el distrito de Taboga, en el Golfo de Panamá, está en medio de una controversia: por un lado, los ambientalistas exigen que se mantenga como un santuario para aves marinas, mientras que autoridades municipales quieren que se le dé permiso a la compañía Bona Pacific Corp para construir y operar una petroterminal, la cual fortalecería el sector marítimo y logístico en Panamá.
Un estudio realizado por el Smithsonian Research Tropical Institute de Panamá (STRI) descubrió que isla Bona es hogar de miles de aves marinas de al menos cuatro especies distintas. “Su ubicación privilegiada cerca del Canal de Panamá, a solo 10 millas náuticas de Taboga, una popular isla turística, Bona enfrenta presiones de desarrollo cuando podría ser una atracción ideal para la creciente industria del ecoturismo en Panamá”.
«Si reunimos suficientes datos valiosos sobre las aves, trabajando con grupos conservacionistas, podemos dirigirnos al Ministerio de Ambiente con una propuesta para crear un Refugio de Vida Silvestre», comentó Héctor Guzmán, biólogo marino del Smithsonian en Panamá, cuyo programa de aves marinas comprende el análisis de genética de poblaciones, interacción con pescadores, un estudio del impacto del material plástico, además de utilizar drones para contar y estimar las poblaciones. «Esto nos permitiría continuar la investigación a largo plazo y haría posible que Panamá promoviera el turismo de observación de aves en la isla».
De acuerdo con un artículo publicado por el diario La Estrella de Panamá el 5 de abril del 2019, Bona Pacific Corp señaló en un comunicado de prensa que “el proyecto de construcción de la terminal de petróleo de alto calado en Isla Bona elevaría a Panamá hacia un entorno competitivo regional; pues la construcción de esta terminal, traerá beneficios inmediatos a las comunidades de Otoque y Taboga. El proyecto también brindará servicios a las embarcaciones que transitan por el Canal de Panamá”.
A pesar de que los moradores de las Islas de Otoque están a favor del proyecto que tendrá una inversión de 400 millones de dólares, la forma en que Bona Pacific Corp obtuvo la concesión para construir la petroterminal está llena de inconsistencias, de acuerdo con un grupo de ambientalistas que protestaron frente a la sede del Ministerio de Ambiente el pasado 5 de abril.
Uno de los problemas principales es que no se realizó un estudio de impacto ambiental tipo III para la zona que se va a desarrollar y garantizar que el ecosistema del área no sufra significativamente.
Hasta el momento, Bona Pacific Corp ha invertido 150 millones de dólares y el Consejo Económico Nacional ha refrendado el contrato entre el Estado y la empresa, para que desarrolle la obra, porque considera que cumple con todos los requisitos exigidos por la Ley.
Mientras que el Ministerio de Economía y Finanzas señaló en un comunicado de prensa que “el Contrato de Arrendamiento expone, en su cláusula quinta, que la no obtención de los permisos requeridos por el Ministerio de Ambiente (MiAMBIENTE) y la Autoridad Marítima de Panamá (AMP), entre otras instituciones, para el desarrollo del proyecto por parte de la empresa arrendataria, será causal para la terminación del contrato”.
El contrato especifica que una vez que el mismo sea refrendado, la compañía debe:
- Iniciar el Estudio de Impacto Ambiental correspondiente sobre las viabilidades técnicas del proyecto, previo inicio de los trabajos de construcción de las obras, a su costo, y presentar el estudio informativo correspondiente ante el Ministerio de Ambiente de la República de Panamá.
- Iniciar los trámites legales y administrativos correspondientes ante la Secretaría Nacional de Energía y ante la Autoridad Marítima de Panamá, para lograr las concesiones necesarias que guardan relación directa con el objeto y finalidad del Contrato.
- Tomar todas las medidas necesarias de mitigación ambiental que sean establecidas en el estudio de impacto ambiental aprobado por el Ministerio de Ambiente de la República de Panamá.
El futuro de isla Boná está en las manos del Gobierno, que debe decidir si la petroterminal será construida o si es mejor convertir esta área en un refugio de aves marinas y explotar el potencial para el turismo ecológico que ofrece la isla. Cualquiera que sea la decisión afectará a los habitantes de Otoque y Taboga, así como a la biodiversidad de la zona a corto, mediano y largo plazo.