Ciencia y Tecnología son elementos importantes para el desarrollo de un país, y si no se impulsan estos sectores a través de la educación y la investigación se está condenando a la población a permanecer en la ignorancia. La Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) ideó un plan cuyo objetivo era crear una generación de científicos con suficientes recursos para hacerle frente al futuro.
El documento Visión para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación 2019-2024 encontró que “distintos índices de competitividad señalan a Panamá como un país de talentos desaprovechados.»
El estado de la educación
Actualmente el Istmo ocupa la posición 119 a nivel mundial en cuanto a la facilidad para encontrar mano de obra calificada (Índice de Competitividad Global) y la posición 114 de 139 países en cuanto a la calidad de educación en matemáticas y ciencias (Networked Readiness Index)”.
Según este informe ,el país necesita mejorar urgentemente el sistema educativo primario, secundario y universitario; además de una profundización y masificación de los programas “Aprende al Máximo” y “Hagamos Ciencia” que desarrollan el Ministerio de Educación (MEDUCA) y la SENACYT.
También señala que es necesario fortalecer las habilidades de pensamiento de los estudiantes a través de la promoción de la educación en ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas (STEAM); ya que la formación es un proceso integral que se desarrolla a lo largo de la vida del individuo.
El Índice de Competitividad Global indica que el mayor desafío de Panamá es solucionar la ausencia de las habilidades necesarias en el país, por lo cual ocupa el lugar 85 de 104 países. El informe señala que la forma en que se entrena a los jóvenes en las escuelas y universidades panameñas no es la adecuada.
El documento resaltó que “ningún indicador ha mejorado en este ámbito desde la versión anterior del estudio. Es preocupante que el índice indique que Panamá es uno de los países del mundo donde es más difícil encontrar mano de obra calificada, los candidatos tienen bajo nivel de pensamiento crítico en la enseñanza, y pobres habilidades tecnológicas (digitales)”.
Según la clasificación de QS University, “ninguna universidad panameña se ubica dentro de las primeras 150 a nivel latinoamericano. Como consecuencia, los sectores económicos más importantes del país son sectores pocos intensos en tecnología y conocimiento (según el Network Readiness Index de 2016, sólo 24% de la mano de obra trabaja en actividades intensas en conocimiento), lo cual aporta un menor valor agregado al país”.
La situación de la educación primaria y media
Panamá se ausentó de las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) desde el gobierno anterior (2009-2014), luego de quedar último y penúltimo en 2009 en las pruebas de matemáticas, ciencias y lectura, pero regresó en 2018, cuando aplicó las pruebas nacionales a 6,300 estudiantes en todo el país. Los resultados se revelarán en diciembre de este año, cuando esté otra administración al frente del Estado.
Lo que es preocupante es que en 2016, desertaron 12 mil estudiantes, en 2017 otros 12 mil 500 y en 2018, unos 14 mil no terminaron el ciclo educativo. Además el año pasado el sistema produjo más de 50 mil fracasos escolares (37 mi en 2017 y 38 mil 600 en 2016), lo que evidencia un grave problema.
La Beca Universal otorgada por el Estado a todos los estudiantes, con la esperanza de que obtengan un diploma de bachillerato, no ha resultado y no incentiva la excelencia en el rendimiento académico.
El problema de la educación comienza en las escuelas primaria y secundaria donde los maestros y profesores continúan enseñando el mismo currículo, sin ningún tipo de modificación y actualización, especialmente en materias como Matemáticas, Español, Lógica y Ciencias.
Según estudios realizados por el SERCE “se determinó que los docentes panameños tienen deficiencias marcadas en su formación académica lo que repercute en el proceso de aprendizaje que se lleva a cabo a diario en las aulas”.
Mientras que un documento llamado “La Educación en Panamá, 5 Metas para Mejorar” señala que “el desempeño en matemáticas de los estudiantes de 6to grado, Panamá se clasifica entre los países latinoamericanos con los promedios más bajos, pues los estudiantes no alcanzaron siquiera el primer nivel”.
Continúa diciendo que la misma situación se repite en las pruebas de lectura para el 3er grado, en el que el país se ubica con calificaciones similares a Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Perú y República Dominicana. Panamá tiene un 11% de sus estudiantes que están por debajo del Nivel I de desempeño en lectura, lo que implica que no logran localizar en un texto corto, información con un solo significado.
El informe concluye que las siguientes metas deben alcanzarse para mejorar el sistema educativo panameño: todos los niños y niñas de 4 y 5 años deben estar en la escuela; los estudiantes deben completar la educación media; debe haber buena calidad de educación en todo el país; independientemente del área todos deben recibir una educación de calidad y finalmente invertir más en este sector.
La calidad de la educación universitaria
Las universidades panameñas también tienen deficiencias enormes, cuando finalmente los estudiantes se gradúan y van a un centro de estudios superior, los catedráticos continúan enseñando el mismo material de hace 20 años atrás.
Algunos de ellos se han dedicado a estudiar obteniendo maestrías y doctorado, pero jamás han ejercido la carrera que estudiaron y carecen de experiencia práctica. El resultado es que se están graduando personas que no tienen los suficientes conocimientos para competir en el mercado laboral.
El documento de la SENACYT señaló que «la transformación de las universidades debe ser acompañada para convertirse en centros de excelencia premiando presupuestariamente las universidades con mejor desempeño donde el aspecto de docencia debe ir fuertemente ligado a la investigación. A fin de mejorar paulatinamente los niveles de enseñanza, el cuerpo docente debería tener un grado de diploma por lo menos de un nivel superior al que está enseñando.
El estudio también recomendó que se desarrollo de una política de becas basadas en mérito, en asociación entre la SENACYT y las universidades para promover especialmente los programas de doctorado entre el profesorado de las universidades.
Las becas deben ser enfocadas en las áreas identificadas como prioritarias en la Estrategia Nacional de Desarrollo. Así las becas también servirán como incentivos para crear nuevos polos de desarrollo económico.
SENACYT recomendó que los estudiantes becados sean apoyados de forma individual desde la solicitud, durante su formación y en su reinserción. Al concluir sus estudios tendrán asegurado trabajo en centros de investigación gubernamentales o en el cuerpo docente de las universidades con un sobre salario por parte del Sistema Nacional de Investigación (SNI).
Las recomendaciones de organismos internacionales como OCDE, la y SENACYT es que Panamá actualice y modernice el sistema educativo lo antes posible para para que el país pueda continuar creciendo.