Hacer visible la contribución de las mujeres rurales a la seguridad alimentaria, al progreso económico y social de sus comunidades, además de presentar los desafíos que enfrentan en el camino hacia el desarrollo, fueron parte de los temas abordados en el Foro ‘Avances y Desafíos de las Mujeres Rurales’ de la agenda 2030, que se realizó en el Hotel El Panamá en el marco del “Día Internacional de la Mujer Rural”, en el cual también se clausuró el programa ‘Tú Puedes Mujer’, ejecutado por el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU) y el INADEH ARAP.
El exitoso modelo de intervención “Tú Puedes Mujer”, enmarcado en la agenda regional para las Mujeres Rurales, impulsada por el INAMU al ocupar la Presidencia Pro tempore del Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica y República Dominicana (COMMCA – SICA), ha sido articulado a través de los catorce centros del INAMU denominados CINAMU, ubicados en todo el país y fija su atención en impactar a más de 700 mujeres, quienes han recibido, – por más de 300 horas, en 200 días de jornadas -, asistencia técnica y una formación integral, transformando sus vidas.
En forma concreta, el programa les permitió mejorar su seguridad alimentaria y nutrición, aumentar su potencial productivo, y fortalecer su liderazgo y la participación en el desarrollo de sus comunidades.
El perfil de las beneficiarias del programa da cuenta de la realidad de nuestras mujeres rurales, cuando un 61% es desempleada, un 39% tiene entre 3 y 5 hijos y un 44% solo ha llegado a nivel de primaria.
Los datos son muestra de las limitaciones que tienen las mujeres rurales, quienes dedican más tiempo que los hombres y las mujeres urbanas a las tareas domésticas y los quehaceres del hogar. Según un estudio sobre el tiempo y la pobreza hídrica se estima que las mujeres emplean por lo menos 16 millones de horas diarias recogiendo agua potable; los hombres emplean 6 millones de horas en esa actividad; y las niñas y los niños, 4 millones de horas.
Las mujeres rurales controlan menos tierra que los hombres y tienen un acceso limitado a los insumos, las semillas, el crédito y los servicios, en un sector que es masculinizado y donde menos del 20% de los propietarios de tierras son mujeres.
Sumado a lo anterior, las mujeres rurales jóvenes abandonan el mundo rural en busca de mejores oportunidades para ellas, sus hijos e hijas, y el progresivo envejecimiento del medio rural es una realidad que no desaparece, sino que aumenta con el paso de los años.
De acuerdo a la FAO, la mitad de todos los alimentos producidos en el mundo provienen de la agricultura familiar. En América Latina y el Caribe hay 15 millones de fincas de agricultura familiar, con 400 millones de hectáreas de tierra. En Centroamérica los agricultores familiares representan entre el 80% y 90% de los productores de maíz y frijol, y producen entre el 75 y 80% de estos cultivos. En Panamá, el 70% de los alimentos e ingresos en zonas rurales proceden de la agricultura desarrollada por las mujeres.
La experiencia demuestra que mejorar la igualdad de género en las zonas rurales es sin duda un instrumento clave para combatir la pobreza y el hambre. Uno de los primeros estudios de la FAO comparativos de países en vías de desarrollo concluyó que, entre 1970 y 1995, el 43% de la reducción del hambre que se produjo fue atribuible al progreso realizado en la educación y empoderamiento de las mujeres.
Otro 12% de la reducción del hambre fue atribuible al aumento de la esperanza de vida de las mujeres. Por tanto, todo un 55% del aumento de la seguridad alimentaria en los países estudiados se debió a la mejora del estatus social de las mujeres.
Estos temas interrelacionados tienen más relevancia que nunca, cuando existe la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como hoja de ruta mundial. La igualdad de género y el empoderamiento y los derechos de las mujeres son asuntos transversales en la Agenda 2030.