Los errores y horrores de los subsidios

Por John A. Bennett Novey. Empresario, piloto y exdirector de Aeronáutica Civil

No, el IVM de la CSS no es subsidio, sino un esquema de estafa. Este tema es complejo, espinoso y muy mal entendido; razón por la cual los políticos clientelistas lo aprovechan como instrumento de engaño. Es vital abordar tan triste realidad.

¿Pueden ser caritativas las instituciones gubernamentales? No, ya que solamente se puede ser caritativo con el prójimo y, a medida que deja de estar próximo, la caridad también se aleja.

¿Qué efectos reales tienen los dizque subsidios en nuestra economía?, más allá de ganar votos, asaltando a los contribuyentes para luego dizque repartir a los necesitados. En la economía está lo que se ve y lo que no se ve; y lo que no vemos son los perversos efectos a largo plazo del confisca parte y reparte; tal como hoy estamos viendo con la CSS.

Lastimosamente, la tendencia general de muchos gobiernos ha sido la de convertir el tema económico en una ciencia misteriosa que sólo sus expertos dominan y explican en lenguas viperinas. Pero lo que pocos aclaran es que la función gubernamental no es compatible con la caridad, ya que los gobiernos no son organismos caritativos. Podrían ser subsidiarios si se dedicaran a promover lo que dice el Preámbulo de nuestra Constitución de “Con el fin supremo de fortalecer la Nación, garantizar la libertad, asegurar la democracia…” . Pero no se fortalece al pueblo regalando pescado o jamones.

“La caridad es la verdad de la que Jesucristo dio testimonio con su vida, muerte y resurrección. Es el principal motor del auténtico desarrollo de la persona y de toda la humanidad”.

Caridad -caritas- es una fuerza extraordinaria que lleva a las personas a optar por un compromiso valiente y generoso en el campo de la justicia y la paz. Sólo se puede ser caritativo con el prójimo, el que está próximo o cercano; cosa que no ocurre con los gobiernos, los cuales más bien están distantes de la persona y de la verdad. No se puede ser ni caritativo ni subsidiario con recursos de otros.

La verdadera economía es la que hacemos en casa, es ver como ponemos la paila con lo que entra. Al ver las acciones y actos de nuestras autoridades, no puedo más que preguntarme ¿qué entienden estas de ahorro? ¿Dónde encontramos el vínculo inseparable entre la caridad y la verdad? ¿Qué clase de verdad hay en el malgasto gubernamental?; y, ni hablar en el saqueo de lo ajeno.

No más al considerar el decir popular del “robó, pero le dio al pueblo”, debía ser obvio que desconocemos la subsidiaridad. Subsidiamos a nuestros hijos cuando los educamos, cuando les enseñamos a pescar o a jugar un deporte, a dibujar, y a respetar y amar al prójimo. Pero… creer o sostener que en el IVM de la CSS hay subsidio o subsidiaridad es oscurantismo; es engañar al pueblo y al abuelo.

La verdadera seguridad social es la del buen pescador que sabe capturar al pez y sabe conservar el medio. Arrebatar la pesca de unos para repartir pescado podrido a otros no es subsidiariedad, sino creación de parasitismo, de dependencia en aquellos perversos políticos que se hacen pasar por caritativos supuestamente buscando lo mejor para el pueblo.

Pero, al ver en las discusiones de las “reformas” a la CSS a quienes, por un lado, aciertan que “la solidaridad no es un subsidio”, pero de seguido alertan contra el capitalismo, me pregunto ¿qué sugieren? ¿Acaso el comunismo? ¿O será el confisca, parte y reparte, para quedarse con la mejor parte?

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