Premio Nobel y su opinión sobre la economía panameña

La Bitácora

Ebrahim Asvat. Abogado

James A. Robinson fue uno de los ganadores del Premio Nobel en Economía. Junto con Daron Acemoglu publicaron la obra ¿Por qué fracasan los países? Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. La base de sus conclusiones está en la necesidad de instituciones fuertes con políticas acertadas. Los países con instituciones débiles no logran crecer ni generar prosperidad de forma consistente y permanente. En el año 2023, James A. Robinson, profesor de la Universidad de Chicago, estuvo en Panamá invitado por la empresa consultora internacional McKinsey.

Una de las curiosidades que describió fue a nuestro país con sus contradicciones propias de la mayoría de los países latinoamericanos. Países con instituciones débiles. Sin embargo, a diferencia del resto de los países latinoamericanos con la posible excepción de Chile, tuvimos una economía con altos niveles de crecimiento en la década pasada. Y viendo la realidad panameña, ese crecimiento se produce porque en el país tenemos algunas empresas catalogadas como las joyas de la corona. Y mencionó el Canal de Panamá.  Una empresa donde no se puede fallar en su misión de hacer pasar los buques por la vía interoceánica.  El imperativo nacional es demasiado grande, pues está sujeto a una actividad sobre la cual se califica al país y a su gente. Si no lo hacemos bien, hay posibilidad de intervención y nos humillen.

La otra joya de la corona panameña es la empresa COPA. Esta empresa de aviación debe poder llevar a sus pasajeros y su equipaje a su destino final a través de un trasbordo en Panamá y a tiempo. Su vida como empresa depende de ese nivel de eficiencia para generar la necesaria confianza y lealtad de sus pasajeros. El negocio de la aviación comercial es de alto riesgo y con muchas variables que impactan en los resultados financieros.  Sin embargo, lo dice un economista premio Nobel y no el suscrito: es un negocio donde no se puede fallar.  Y estas dos empresas han podido sobreponerse a la débil institucionalidad del país porque su misión está más allá de los vaivenes políticos.

Igual ocurre con todas esas otras empresas, aun cuando no tienen esa magnitud, pero realizan operaciones o servicios internacionales. Con nuestro criterio territorial de tributación, esos negocios pueden estar aquí o en cualquier otro lugar del Caribe o del mundo. Son actividades y negocios eficientes a pesar de las instituciones débiles o los vaivenes de la política.

 Y pongo otro ejemplo donde algo sí generó crisis, pero no mató la actividad: El negocio offshore que desarrollaron las firmas de abogados.  Panamá puede morir, pero el negocio permaneció y se trasladó a otra jurisdicción donde la experiencia panameña pudo aprovechar e instalarse.  

¿Ahora bien, ¿qué sucede cuando un país tiene un desarrollo institucional con las políticas apropiadas?  Se democratiza las oportunidades económicas para todos. Y ese crecimiento económico no depende de nichos específicos como la posición geográfica; el primer factor que explotamos como país. 

James E. Robinson predijo una tercera joya de la corona en Panamá:  La explotación minera de Donoso con el impacto de 5% en el PIB.  Pero en esa actividad, por las razones que sean, y sin ameritar más discusión, nos dimos un tiro en el pie.

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