El presidente electo, cuya campaña se basó en el eslogan «más chen chen en tu bolsillo», ahora enfrenta una dura realidad al asumir el cargo. Durante la campaña, prometió mejorar la economía y poner más dinero en los bolsillos de los ciudadanos. Sin embargo, el proceso de transición gubernamental le ha obligado a poner los pies sobre la tierra. Las cifras económicas que recibe en herencia son todas rojas: el estado de las finanzas públicas es deplorable. El panorama económico que encuentra al asumir el mando está marcado por deudas abultadas, déficit presupuestario y una economía estancada. La situación financiera del país no solo está lejos de mejorar, sino que exige medidas drásticas y una rigurosa prudencia fiscal.
Es imperativo que el nuevo gobierno tome decisiones difíciles para estabilizar las finanzas estatales. El despilfarro de recursos que no existen debe cesar inmediatamente. La época de las vacas flacas ha llegado, y la administración entrante debe ajustarse a esta realidad. Esto implica recortes presupuestarios, eliminación de gastos innecesarios y la implementación de políticas fiscales austeras. Aunque estas medidas puedan ser impopulares, son necesarias para asegurar la sostenibilidad económica a largo plazo. La campaña de «más chen chen en tu bolsillo» debe ceder ante la cruda realidad fiscal que ahora enfrenta el país.