La escritora Cristina Rivera Garza, premio Pulitzer 2024 con ‘El invencible verano de Liliana’ (Random House) en la categoría de Memoria y biografías, ha pedido recordar el nombre de las mujeres asesinadas víctimas de violencia de género, al tiempo que espera que los nombres de los «feminicidas acaben en la infamia».
«Me gusta pensar que el nombre de Liliana y su experiencia, como el de tantas otras mujeres, va a ser recordado por más tiempo y que los nombres de esos feminicidas que se aprovechan de un mundo tan desigual terminarán donde deben terminar, en la infamia», ha señalado en declaraciones recogidas por Europa Press facilitadas por su editorial.
‘El invencible verano de Liliana’ es un relato en primera persona del feminicidio el 16 de julio de 1990 de Liliana Rivera Garza, la hermana de la autora. Liliana era una muchacha de 20 años, estudiante de arquitectura, que tan solo unos meses antes de su asesinato había decidido cambiar de vida.
Rivera Garza ha dedicado el premio a su hermana, ya que el libro no era «solo sobre ella sino un libro con ella, en coautoría». «Me da mucho gusto pensar que el nombre de Liliana va a llegar más lejos todavía, que va a viajar todavía más y es otra manera de demostrar que la violencia que acabó con ella y que acaba con tantas mujeres finalmente tiene su límite», ha celebrado.
La escritora mexicana ha deseado que las familias que han perdido mujeres queridas debido a la violencia de género también «se sientan abrazadas» por este reconocimiento, reiterando que «aún queda mucho trabajo por hacer». Además, ha instado a «extrañar» a estas mujeres asesinadas, ya que entiende que es una «manera de invocación».
«Ellas tienen también muchas lecciones que darnos. En todo caso, es sólo en compañía y en solidaridad que vamos a poder construir un mundo en el que las niñas y las jóvenes puedan caminar libres. Y seguras, que eso es lo que necesitamos», ha defendido Rivera Garza.
La escritora ha definido ese ejercicio de recuerdo de las víctimas como «otra forma de justicia, que tiene que ver con la memoria colectiva». A su entender, esto supone «una especie de pequeña revolución cotidiana» en torno a «lugares vacíos». «La pequeña revolución de nuestras conciencias, de nuestras emociones, de nuestra espiritualidad también constituye también otra forma de justicia y es igualmente importante», ha concluido.