Una visión de país bien concebida y estructurada actúa como un faro que guía el desarrollo y crecimiento de una nación, marcando el rumbo hacia el futuro deseado por sus ciudadanos. Esta visión, al ser compartida y comprendida por la población, se convierte en un poderoso motor de cambio, capaz de unificar esfuerzos y canalizar recursos hacia la consecución de objetivos comunes. Su importancia radica en la capacidad de proporcionar un marco estratégico que orienta las políticas públicas, las inversiones y las iniciativas de desarrollo en diversas áreas como educación, salud, economía, y medio ambiente. Esta visión, si está bien articulada, fomenta la cohesión social, al promover un sentido de pertenencia y compromiso entre los ciudadanos con los destinos de la nación. Establece un conjunto de metas y objetivos claros que, a su vez, facilitan la planificación y ejecución de estrategias a largo plazo, permitiendo medir el progreso y ajustar el curso de acción según sea necesario. Además, una visión inspiradora puede atraer la inversión extranjera, fortalecer la diplomacia y mejorar la imagen del país a nivel internacional.
Sin embargo, la ausencia de una visión de país clara y compartida puede tener consecuencias negativas, como la fragmentación de esfuerzos, la falta de dirección en las políticas públicas y una disminución en la eficacia del gobierno. Este vacío estratégico se hizo notoriamente evidente en el reciente debate presidencial, donde los aspirantes a la presidencia no lograron articular una visión coherente y convincente para el futuro del país. La falta de un discurso unificado en torno al país que soñamos, no solo refleja una oportunidad perdida para inspirar y movilizar a la población, sino que también subraya la necesidad crítica de desarrollar y comunicar una estrategia nacional que pueda guiar a Panamá hacia el desarrollo sostenible y el bienestar de sus ciudadanos.
En conclusión, una visión de país es fundamental para el progreso y la unidad. La ausencia de ésta en el debate presidencial panameño resulta lamentable porque subraya la incapacidad del actual liderazgo político para unificar a los panameños en torno a un objetivo común que logre sacar a la nación panameña del lamentable hoyo en el que se encuentra.