La industria de la autoayuda y la superación personal, a nivel global, se estima que mueve entre 426 mil y 652 mil millones de dólares anuales, según un informe de Global Financial Integrity. Esta lluvia multimillonaria se reparte entre libros, audiolibros y otros tipos de materiales escritos y audiovisuales; además de conferencias y el popular coaching, tanto empresarial como personal. La efectividad de cualquiera de las variantes dentro de esta industria, depende de una característica común a todas: la necesidad de seleccionar objetivos específicos y de contar, luego, con una serie de pasos o acciones a seguir que permitirán el logro de las metas establecidas.
En una de las industrias latinoamericanas que mueve centenares de miles de millones de dólares y que genera, de manera instantánea, la mayor cosecha de nuevos millonarios, la característica mencionada anteriormente no resulta necesaria ni mucho menos obligatoria. En la política del área, establecer objetivos reales y concretos es la excepción y no la norma. Y la mayor parte de las veces, sobre todo en tiempos de campaña electoral, se echa mano y se prometen objetivos o metas que, de manera interesada y beneficiosa para el candidato, son los que pueden reportarle ganancia de votos para acceder al poder.
En nuestro país no se hacen excepciones: luego del silencio político impuesto por el descomunal y generalizado descontento que se tomó las calles desde el pasado mes de octubre, pasada la crisis han vuelto a alzar la voz los que se atreven a aspirar a dirigir la nación y que, sin embargo, en los momentos difíciles no contaron ni con el coraje ni con la creatividad para presentar soluciones cuando se estaba al borde del naufragio. Hoy retoman el comportamiento que ha sido el santo y seña de la política criolla y junto a la verborrea hemorrágica prometen todo lo que, en este momento, el auditorio necesita escuchar.
La pregunta que permanece es: ¿ese cúmulo interminable de promesas tiene detrás una muy bien definida estrategia o serie de pasos a tomar que garanticen la materialización de todo lo que se ofrece? Porque promesas las hace cualquiera; materializar las metas, ya eso es harina de otro costal.