Una ideología política resume el conjunto de ideas, valores, creencias y opiniones que dan forma a una visión particular del modo como se debe organizar la sociedad y de la manera de ejercer el poder político. La misma establece las pautas para el debate y, además, sirve de brújula al momento de tomar decisiones.
Generalmente las ideologías han caminado de la mano con los partidos, dentro de los cuales definen los objetivos, dan forma a las políticas que se llevan a cabo y definen el enfoque de la gestión de gobierno cuando se accede al poder. En definitiva, hasta hace muy poco la identidad de los partidos era definida por la ideología profesada.
Lo que antaño fueron grupos impulsados por una poderosa vocación de servir al bienestar general, terminaron convertidos en clubes donde una minúscula élite impone sus ambiciones e intereses particulares. Las expectativas de construir una sociedad en constante proceso de perfeccionamiento, degeneraron en un desmesurado apetito por ejercer el poder en beneficio propio, a expensas del desarrollo y de las esperanzas de las mayorías.
Los valores y las ideas quedaron atrás, al igual que la vocación de servir a los demás; en el presente, los partidos caminan abrazados al más obsceno oportunismo, lo que da lugar a espectáculos tan repulsivos como una danza de millones de dólares que no se refleja en las comunidades; o el de patéticos personajes que, sin dignidad alguna, ruegan por cariños expresados mediante generosas billeteras.