Todos extrañan a Don Quijote

El concepto de gobernanza apunta a una interacción eficiente entre gobernantes y gobernados; gira en torno al modo o a los procesos para dirigir las entidades o naciones hacia objetivos de progreso económico, de desarrollo social y hacia el fortalecimiento de las instituciones de manera sostenida en el tiempo.

Por tanto, la gobernanza global, al igual que la local, se teje sobre algunos atributos básicos como la transparencia, la responsabilidad, la participación ciudadana, la rendición de cuentas y la capacidad de respuesta ante las necesidades de la población. Estos atributos, a su vez, se desenvuelven dentro del marco estipulado por cuatro ámbitos de la vida comunitaria: las instituciones democráticas, el Estado de Derecho, la gestión de los servicios públicos y la lucha contra la corrupción.

A lo largo de los últimos años, la gobernanza local ha mostrado un constante deterioro a través del debilitamiento de los sistemas judiciales y del ataque a los operadores judiciales tras de los cuales se ocultan inconfesables intereses particulares. También se ha hecho evidente el decaimiento señalado a través de campañas para debilitar los sistemas democráticos de control y la instauración de medidas y privilegios para favorecer las ambiciones de sectores empresariales parasitarios que se manejan y desenvuelven sus negocios gracias a la significativa cuota de influencias que poseen dentro del círculo gobernante.

Inmersos en un panorama definido por estas pinceladas de alarmante descomposición, más que nunca resulta necesario un periodismo que asuma su papel vigilante de las libertades ciudadanas y de las actuaciones de los estamentos de poder. Porque una democracia realmente efectiva exige un debate público de la mejor calidad si a lo que se aspira es a establecer consensos que impulsen las mejores respuestas y soluciones a los problemas nacionales; y para ello se precisa de una prensa libre, responsable e independiente. Eso es innegable.

 

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