De acuerdo a un informe realizado hace un par de años por The Mckinsey Global Institute, el 10 por ciento de las empresas que cotizaban en bolsa generaban, en ese momento, el 80 por ciento de los beneficios globales obtenidos. La concentración del mercado en unas pocas manos podría señalarse inequívocamente como una de las causas tras ese impresionante dato.
Y eso es lo que caracteriza a un oligopolio, que es una condición de mercado donde un pequeño grupo de empresas maneja la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios. Como consecuencia de esta distorsión, controlan la estructura de precios reinantes y, por tanto, los ciudadanos terminan pagando a precios excesivos lo que en condiciones de libre competencia les resultaría muchísimo más barato. En un mercado secuestrado por un oligopolio, además, se dificulta el ingreso de nuevos actores empresariales por lo que, al no existir una competencia sana, los productos elaborados terminan diferenciándose muy poco afectándose la calidad y la capacidad del país para incursionar en los mercados globales. Al final de la cadena, los únicos perdedores son la economía nacional, que no logra desplegar todo su potencial y su capacidad; y lo consumidores, que quedan a merced del grupo de empresas reinante.
En medio de un escenario mundial impulsado por una disruptiva revolución tecnológica, el anuncio de cierre de una empresa del sector de las comunicaciones manda señales de alarma, tanto a lo interno del país como más allá de las fronteras. Y el motivo del cierre de operaciones no puede resultar más preocupante: “la imposibilidad de operar en un mercado sin libre competencia”. Ante la fusión de los otros dos actores del sector, es innegable que el mercado queda funcionando lejos de lo que debería ser un mercado libre o de competencia perfecta, y más cerca de un monopolio.
Nunca antes tan pocas empresas había acumulado tanto poder en los mercados globales y locales; y, nunca antes, los ciudadanos habían estado tan expuestos a la voracidad de unos pocos grupos comerciales, más obsesionados por el lucro sin límites que por las virtudes de un mercado abierto y competitivo.