FIFA suspende a la federación india por "una injerencia indebida por parte de terceros"

La FIFA renunció a su proyecto de una Copa del Mundo cada dos años, por ahora

Foto: AFP

DOHA, Catar — Dando grandes zancadas y junto al emir de Catar, Gianni Infantino se dirigió hacia las luces brillantes de un centro de convenciones a reventar y declaró que esperaba que el Mundial de este año fuera el mejor de la historia. No fue un alarde inusual: Infantino lo ha hecho antes, en Rusia 2018 y sin duda lo volverá a hacer cuando el torneo se celebre en Norteamérica en 2026. Sin embargo, detrás de su sonrisa radiante y sus palabras grandilocuentes, el viaje al desierto había sido el escenario de la última decepción del presidente de la FIFA.

Fue aquí donde por fin se ahogó otra de las esperanzas de Infantino de lograr un cambio revolucionario, el tipo de plan audaz, pero a la postre infructuoso que ha marcado su presidencia del órgano rector del fútbol mundial. Se terminaron los esfuerzos divisorios para duplicar la frecuencia de la Copa del Mundo varonil, para ordeñar la vaca multimillonaria de la FIFA cada dos años en vez de cada cuatro.

Aunque Infantino les recordó a los miembros de la FIFA, reunidos en persona por primera vez en tres años, que la idea de la Copa del Mundo bienal no había sido suya —una afirmación que, técnicamente, era precisa, este había invertido una cantidad significativa de capital financiero y político en diseñar uno de los cambios más importantes en la historia del fútbol. Se mandaron a hacer encuestas para mostrar el apoyo. Se reclutaron expertos para responder a los críticos. No obstante, quienes se opusieron al concepto nunca titubearon: para el otoño pasado, los líderes del fútbol europeo y sudamericano ya estaban amenazando con un boicot si se materializaba.

En Doha, Infantino por fin alzó la bandera blanca.

El revés, una capitulación más de una más de sus grandes ideas, llegó después de errores previos que han creado fracturas dañinas con bases importantes. En 2018, Infantino intentó presionar por la aprobación de un acuerdo de 25.000 millones de dólares con el conglomerado japonés SoftBank para vender parte de los principales activos de la FIFA y crear nuevas competencias de clubes y selecciones nacionales, lo cual provocó una lucha tan implacable que él y el líder del fútbol europeo no se hablaron durante un año.

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