La autora concedió una entrevista a la AFP el domingo, horas antes de presentar la novela en la Feria del Libro de Miami.
PREGUNTA: ¿De dónde surge la idea de «Los abismos»?
RESPUESTA: Yo quería desafiar esa noción que tenemos de que la infancia es el periodo más feliz de la vida, porque me parece que no es del todo cierto, sino que es un periodo con complejidades, como todos los demás. Quería reflexionar sobre ese momento de la vida y, sobre todo, explorar mis propios miedos de niña.
P: La novela muestra ese momento en el que los niños descubren que sus padres no son tan perfectos cómo pensaban. ¿Era un tema que le interesaba antes de la novela?
R: Siempre me interesó explorar la niñez. También sabía que tenía adentro una novela sobre el papel de la madre, pero cuando empecé a escribir «Los abismos», no sabía que ésta sería esa novela. Lo fui descubriendo poco a poco y me tocó reinventarla sobre la marcha.
Cuando reflexionamos sobre la maternidad, llegamos a ese momento en el que se rompe la infancia, si lo estamos contando desde el punto de vista de un niño. Nuestros padres son nuestros héroes, pero hay un momento de la infancia donde empieza a rasgarse el velo y descubrimos que eran héroes con pies de barro, que no eran tan perfectos ni tan maravillosos como creíamos.
P: ¿Cómo fue el proceso de contar la historia desde el punto de vista de una niña?
R: Fue muy difícil porque todos fuimos niños, pero todos olvidamos cómo sentimos en la niñez. Me ayudó mucho tener un niño en la casa. Mi hijo tiene seis años, cuando empecé a escribir la novela tenía dos años y medio. Y a medida que él iba creciendo e iba entendiendo ciertas cosas de la vida, yo también me recordaba a mí misma.
P: ¿Descubrió algo sobre la maternidad durante la escritura?
R: Cuando mi hijo tenía tres años, él pensaba que las palabras «mamá» y «mujer» eran sinónimos, y a mí, mujer feminista, me escandalizaba. Pero escribiendo la novela, descubrí que yo era como mi niño. Juzgaba a mi mamá desde el punto de vista de la hija, donde una madre es sólo una persona que se entrega a sus hijos.
Entonces paré un momento y empecé a ver a mi mamá, por primera vez, como una mujer compleja que tuvo muy pocos privilegios. Una mujer que creció en una época donde los roles de género funcionaban como una camisa de fuerza mucho más que ahora. Una época donde las mujeres ambiciosas laboralmente eran vistas con malos ojos, porque su papel principal seguía siendo sus hijos, su esposo.
P: ¿Era importante romper la imagen de la madre perfecta?
R: Absolutamente, porque creo que esa madre sólo existe en la fantasía. Ni yo ni mis amigas madres somos así. Ni tampoco mi mamá y mi abuela. Eran mujeres imperfectas, que todo el tiempo estaban luchando por equilibrar los muchos papeles que tenían adentro. Y yo creo que hay que romper con esa idea de que las madres son perfectas y que una mujer es feliz y se realiza sólo por ser madre.
P: ¿Esa idea puede generar presión para las mujeres?
R: Yo sentí que el relato sobre la maternidad que me habían vendido era falso. Le quitamos lo negativo. La maternidad es luz, pero también está llena de desafíos, de rabia, de oscuridad. En la maternidad descubrís tus propios monstruos como nunca.
P: ¿Habría podido escribir esta novela sin ser madre?
R: No. Siempre me habían dicho que la maternidad y el ejercicio de la escritura para una mujer eran incompatibles. No sólo no es cierto, sino que la maternidad me hizo la escritora que soy hoy en día.
Como escritora me apasiona el tema de la animalidad. Yo creo que somos animales. Antes de ser madre, exploraba esa animalidad desde el deseo. Después de ser madre, exploro la animalidad desde la maternidad. Cuando tuve mi niño y sentí por él un amor que sobrepasaba todo lo que había conocido, entonces me pareció que ahí era donde más animal había sido.
P: ¿Qué opina del hecho de que las escritoras latinoamericanas tengan cada vez más visibilidad? ¿A qué atribuye ese éxito?
R: No sé a qué se debe ese éxito, pero es algo que no puedo sino celebrar porque me parece fantástico. Yo leo los libros de esas escritoras y me entusiasman, me cambian la vida y me hablan.