Esa decisión marcó un giro en la vida de la estrella fallecida en 1975, que será el 30 de noviembre la primera mujer negra en entrar al Panteón de los personajes ilustres de Francia, su país adoptivo.
A finales de 1950, la cantante, bailarina y actriz nacida en Saint Louis, Misuri, era un ícono mundial. Tenía 44 años y, tras unos inicios difíciles en Estados Unidos, llevaba décadas triunfando en París, donde vivía desde 1925.
Su fama no evitaba, sin embargo, que fuera discriminada en su país natal. En 1948, numerosos hoteles de Nueva York se habían negado a alojarla con su marido blanco, el francés Jo Bouillon.
Ese mismo año, viajó sola y de incógnito por el sur de Estados Unidos, marcado por la segregación racial. Una experiencia indignante para ella.
Así que cuando recibió el telegrama en 1950, Baker, que estaba en La Habana, dijo que no. Y mantuvo su negativa cuando el gerente del Copa City, Ned Schuyler, la visitó al día siguiente para convencerla.
El local no admitía a negros como clientes. De hecho, éstos no podían acceder a ningún establecimiento ni playas de Miami Beach, en Florida, salvo por motivo de trabajo.
«No puedo actuar allá donde mi gente no puede ir», le dijo Baker a Schuyler, según un artículo de Mary L. Dudziak, experta en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos. «Es tan sencillo como eso».
Desesperado por contratarla, Schuyler cedió y firmó un documento que garantizaba el acceso a todos los clientes, sin tener en cuenta su raza.
– Una gira histórica –
En enero de 1951, durante su estreno en el Copa City, Baker declaró: «Ésta es realmente mi primera aparición en mi país natal en 26 años», según Dudziak. «Las otras veces no cuentan. Ahora es distinto. Estoy feliz de estar aquí y de actuar en esta ciudad bajo estas circunstancias, en las que mi gente puede verme».
Sus conciertos en Miami Beach fueron un éxito. Aclamada por la prensa, emprendió una gira por Estados Unidos en 1951. En cada ocasión, exigió y obtuvo lo mismo: un público no segregado y una estancia en los mejores hoteles.
La artista aprovechó el tour para apoyar con su dinero y su voz batallas locales contra la discriminación racial.
En Los Ángeles, hizo detener a un blanco que se negaba a desayunar junto a ella. Faltaban 13 años para la Ley de Derechos Civiles de 1964 contra la segregación racial.
«Gracias a su fama y su riqueza, hizo cosas en la vanguardia del movimiento por los derechos civiles que muy pocos habrían podido hacer sin peligro de sufrir daños físicos o represión estatal», explica Matthew Guterl, profesor de la Universidad Brown y autor del libro «Josephine Baker and the Rainbow Tribe».
– Acusaciones –
En octubre de 1951, Baker abandonó el selecto club Stork de Nueva York tras denunciar que los camareros la ignoraban por ser negra.
Esa polémica le hizo perder contratos. Y poco después, la acusaron de ser comunista, un arma habitual para acallar a las voces críticas en Estados Unidos durante la época del macartismo.
La cantante abandonó el país y no regresó en la siguiente década, pero las autoridades estadounidenses la mantuvieron bajo vigilancia y presionaron a otros Estados para que no la contrataran. En plena Guerra Fría, una estrella que exponía el racismo en la nación norteamericana era un enemigo.
Baker, que tenía pasaporte francés, siguió viajando al extranjero y denunciando la segregación. No era fácil silenciar a una persona que se había jugado la vida como espía de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Eso «demostró el nivel de dedicación que tenía por tener una voz y utilizarla para proteger a su gente en su país», asegura Dudziak.
El 28 de agosto de 1963, fue la única mujer en pronunciar un discurso junto a Martin Luther King Jr. durante la Marcha en Washington por los derechos civiles.
«Entré en los palacios de reyes y reinas, y en las casas de presidentes», dijo Baker desde el estrado. «Pero no podía entrar en un hotel de Estados Unidos y pedir una taza de café, y eso me enfurecía. Y cuando me enfurezco, ya saben que abro mi bocaza».