«‘Mujer maga’ se siente como si ocupara una subcategoría en el mundo del ilusionismo», dijo Drescher, de 31 años, mientras ensayaba su espectáculo en el exclusivo Castillo de la Magia, en Los Ángeles.
El estereotipo del mago con un sombrero de copa negro que corta con una sierra a su asistente que luce malla con lentejuelas prevalece en una audiencia que apenas recuerda magos como Harry Houdini, David Copperfield o David Blaine.
Lo cierto es que 93% de los ilusionistas en Estados Unidos son hombres, señaló Drescher, para quien «aún es necesario hablar sobre esto».
Es una proporción se mantiene entre los miembros de la elitista «Academia de Artes Mágicas», cuya sede es el prestigioso Castillo de la Magia, sólo frecuentado por miembros e invitados.
Drescher es una de las dos mujeres que figuran en la programación la noche en que la AFP visitó el famoso castillo construido a los pies de una colina en Hollywood.
Sus desconcertantes trucos de cartas hechizan un público que sigue con fascinación sus sutiles juegos de manos.
Drescher, que comenzó a realizar presentaciones a los siete años, dice haber notado que a las audiencias no especializadas, de aficionados o público en fiestas, no les importa el género de los ilusionistas.
Es «la impresionante (mentalidad) arcaica» de los magos lo que mantiene la escasa presencia femenina en el sector, algo que cree necesario seguir denunciando.
En su carrera, Drescher ha lidiado con la exclusión y el menosprecio de los magos; incluso le han pedido «hacer magia en una piscina en bikini» en Las Vegas.
«La magia es en general escrita por hombres y para hombres, por lo que los trajes, pantalones con bolsillos largos, manos grandes, todos los elementos son muy masculinos», dice esta maga que también es la voz del podcast «She-zam».
«Tienes que entrar, meterte y superar muchos obstáculos para ser respetada en esta comunidad como una maga, y no ser tratada como apenas una mujer. Y eso siempre es molesto», lamentó.
– Vientos de cambio en la magia –
El tradicional papel de la mujer en los espectáculos de magia ha sido el de una asistente que desaparece o es colocada en una caja para ser descuartizada o acuchillada. Si puede ser reemplazada como un objeto inanimado, «ella no necesita estar ahí, es utilería», aseveró.
«La mutilación de la mujer…», suspira. «Eso se parece grotesco en 2021. Pero por suerte, está cambiando».
El movimiento #MeToo iniciado en Hollywood hace algunos años para denunciar el acoso sufrido por las mujeres en la industria del cine impactó en el mundo de la magia, aumentando los reclamos para abrir camino a las magas, dijo Drescher.
Aunque hay resistencia, vientos de cambio soplan ahora con más fuerza en los clubes de magia, generalmente dominados por hombres.
La Academia de las Artes Mágicas enfrentó el año pasado acusaciones de acoso sexual, de acuerdo con una investigación del diario Los Angeles Times.
Su principal directivo renunció y su reemplazo, Herve Levy, dijo a la AFP que se están aplicando medidas para aumentar la «diversidad e inclusión», incluyendo entrenamiento al personal para evitar el acoso sexual.
El grupo ahora tiene 36 mujeres en su plantilla de presentadores.
Mari Lynn es la otra maga en cartelera la noche que AFP visitó el Castillo de la Magia. Pero se presenta con su esposo, John Shryock.
«Somos un equipo de ilusionistas. No soy una asistente, soy una coestrella», aclara.
La pareja, oriunda de Arizona, solía presentar un acto en el cual se invertían los papeles y ella lo encerraba a él: «La venganza de la asistente».
Cuando Lynn comenzó su carrera, sentía que el público «era mucho más crítico de las mujeres que intentaban abrirse espacio en los roles masculinos».
«Pero estoy muy feliz de ver que las cosas están cambiando. Está equilibrándose lentamente».
– «Están equivocados» –
Lynn y Shryock presentaron «El gran escape» acompañados en el escenario por sus dos hijas.
Jasmine, de 16 años, quiere dedicarse a la magia en el futuro, mientras que Hailey, de 13, sueña con ser médica.
«Me siento optimista mirando hacia adelante porque para Jasmine no será tan difícil como lo fue para mí», dice su madre.
La adolescente ha aprendido actuando con sus padres en espectáculos de magia desde bebé. Y dice haber notado a temprana edad que la mayoría de sus amigos interesados en el ilusionismo eran varones.
«Hubo momentos en que alguien en clase decía: ‘las niñas no pueden hacer magia tan bien como los niños», cuenta Jasmine. «Pero está demostrado que están equivocados».
AFP